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Miguel de Unamuno, la ciencia de la Cocotología

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Miguel de Unamuno, la ciencia de la Cocotología

 

 

EN 1934, MIGUEL DE UNAMUNO DESCUBRIÓ QUE LAS PAJARITAS DE PAPEL TENÍAN SEXO. EL HALLAZGO FUE EL RESULTADO DEL TRASCURSO DE LOS AÑOS, DESDE QUE EN 1902 ESCRIBIERA SU TRATADO DE COCOTOLOGÍA

 

 

1.- Cocotología o Pajaritécnica

2.- Miguel de Unamuno y los niños

3.- El tratado de Cocotología

4.- El sexo de las pajaritas

 

 

1.- COCOTOLOGÍA O PAJARITÉCNICA

Era setiembre de 1920. Miguel de Unamuno regresaba a Salamanca desde Valencia donde había tenido que comparecer en la Audiencia Provincial, por haber sido imputado por tres delitos de injurias contra el Rey vertidas en otros tantos artículos publicados en El Mercantil Valenciano. Se detuvo en Madrid para dar sus últimas noticias a periódicos en los que colaboraba.

Uno de ellos fue El Liberal, donde el periodista José Venegas recordaba que, como era habitual en Unamuno, se enzarzó en la redacción con uno de sus monólogo. Esta vez versaba sobre el crítico y novelista José Valera, que había fallecido algunos años antes, sobrepasando la edad de los ochenta. Unamuno comentaba que, en una de las visitas que hizo al insigne escritor, le manifestó que le preocupaba el más allá y la religión. Concretamente, le decía: “Para yo creer en ello necesitaría ver resucitar a un muerto. Si alguien, al hablarme de religión, presentase a un muerto y lo resucitara de un modo evidente e innegable, me rendiría ante este milagro”.

Y el Rector le contraargumentaba: “Yo no. Si alguien, predicador de una religión, comparece ante mí, y dice que en testimonio de la verdad de sus palabras va a resucitar a un muerto, yo no aceptaré esa prueba como válida. Si trae el muerto y una vez comprobado que se trata de un cadáver lo resucita, yo le diré: esto prueba que usted resucita cadáveres, no sé cómo. Pero no prueba absolutamente nada más. No prueba que su religión ni ninguno otra cosa suya sea verdadera”.

Y mientras seguía explayándose sobre lo humano y lo divino, otro compañero, el gran ilustrador y retratista Ángel de la Fuente aprovechaba para tomar apuntes a lápiz de su cabeza y su rostro para incluirlos en el archivo gráfico del periódico. Pero, quedó sorprendido cuando observó que Unamuno cuando hablaba, de forma mecánica e inconsciente, sin apenas prestar atención, hacía dobleces con un cuadrado de papel de lo que resultó la figura de un cerdito.

En cuanto que Unamuno se marchó, el dibujante cogió varias hojas que estuvo doblando y desdoblando sin conseguir figura alguna. Aquello supuso un reto para él. Escribió a Unamuno a Salamanca pidiéndole un cuadrado de papel con el cerdito en embrión. Pronto recibió contestación de don Miguel en la que le decía que la “Cocotología o Pajaritécnica” era un arte muy estimable y que pronto le enviaría un cerdito a medio hacer, hasta el punto donde había encontrado la dificultad. Más tarde, con el cerdito le escribió una larga carta en la que le apuntaba: “Es más importante esta creación que escribir un poema”.

 

2.- MIGUEL DE UNAMUNO Y LOS NIÑOS

Lo anterior muestra cómo don Miguel encandilaba a todos con su Cocotología, la actual papiroflexia. Pero muy especialmente a los niños, a sus hijos, a su nieto Miguelín… Precisamente, porque se trataba de un juego que aprendió durante su infancia que al mismo tiempo le hacía pensar y lo consideraba muy útil para las mentes más jóvenes.

Empezó a crear las pajaritas en Bilbao a la edad de diez años con su primo Telesforo Aranzadi, cuatro años mayor, en el sótano de la casa donde ambos vivían en la calle de la Cruz número 7. Bajo el sonido de los cañonazos que se oían de la tercera guerra carlista, ellos permanecían ajenos haciendo sus propias guerras con los ejércitos de pajaritas que componían y con algún que otro dulce de la pastelería La Vergaresa, que regentaban los padres de Telesforo. Ambos escribieron un Tratado de Anatomía de las pajaritas de papel. Por su parte, Unamuno escribió más tarde dos cortos relatos en 1888 y 1902 titulados Historia de una pajarita de papel y Por una pajarita. El Rector mantuvo siempre ese espíritu pajarético infantil, y de ello dejó constancia en la obra Recuerdos de niñez y mocedad que publicó en 1908.

En 1910, Unamuno fue invitado por la Sociedad El Recreo de Las Palmas de Gran Canaria para asistir a los Juegos Florales, el primer certamen literario que se celebraba en la ciudad. El diario grancanario La Mañana de 20 de julio publicó un posterior artículo suyo, titulado Un recuerdo puro, en el que relata con cariño la mañana en que unos niños se acercaron a verle al Hotel Continental de la Plaza de San Bernardo, donde se hallaba alojado:

“Presentáronseme un día en el cuarto del hotel tres niños hermanos, José, León y Domingo Padrón, con una carta y unos pliegos de papel blanco. Y en la carta, que una persona mayor redactara y ellos firmaron, me pedían les enseñase a hacer pajaritas y otros juguetes de papel por el procedimiento del plegado y del cortado. Les dije que volviesen.

Y volvieron, y en el rato, antes de salir, les hice un pingüino -y os aseguro que el haberlo inventado garantiza mi ingenio más que la mayoría de mis producciones literarias-, una rana, una mesita y algún otro juguete. Y les dije que volviesen de nuevo.

Y un domingo, a la mañana, volvió sólo el más pequeño, Domingo, de ocho años, y mientras yo, tendido en la cama, lejos de mis hijos, plegaba y cortaba papel para ellos, mantuvimos una conversación. Y no la olvidaré nunca. Este niño me sacó mi niñez a flor de alma, este niño me infundió el sentimiento de respeto que al hombre se debe… Aquel rato de la mañana del domingo, del día santo, fue un rato de oficio de pureza”.

 

3.- EL TRATADO DE COCOTOLOGÍA

En 1902, Miguel de Unamuno escribe su segunda novela Amor y Pedagogía, después de Paz en la Guerra, de 1897. Se la envía a la editorial barcelonesa Henrich y Cía, que estaba regentada por Santiago Valentí Camp, un culto director formado en la Universidad de Oviedo y discípulo de Leopoldo Alas ‘Clarín’. Esta obra supuso para Unamuno el espaldarazo definitivo en el mundo editorial y de la novela.

El editor, Manuel Henrich y Girona, le encontró un defecto. La novela se quedaba corta para incluirla en su colección Biblioteca de Novelistas del Siglo XX y escribió a Unamuno pidiéndole que ampliara el texto con unas 80 cuartillas más. Pero, el Rector consideró que la narración no se podía alterar. Remitió una carta a Santiago Valentí en la que. después de decirle que se iba a Ledesma huyendo de los carnavales de Salamanca, le anunciaba el envió de un anexo de 89 de páginas que en nada tenían que ver con la novela y que titulaba Apuntes para un Tratado de Cocotología, añadiendo: “Me siento de buen humor”.

Dicho anexo trataba sobre el plegado de cuartillas para obtener pajaritas de papel, a las que llamaba por su denominación francesa, cocottes, y cocotología a la ciencia profunda y experimental que estudia su elaboración, ya que la palabra papiroflexia aún no existía en castellano. La creación de la cocotte se inicia con el protoplasma papiráceo, que es la cuartilla, donde se genera el blastotetrágomo, que está formado por dos capas, el endopapairo y el ectopapiro. La cocotte termina naciendo de la gástrula papirácea.

El Rector relaciona con humor esta ciencia con otras, como las Matemáticas, la Biología… y termina por dar una denominación latina a su engendro: la cocotta vulgaris unamuniensis. En realidad, lo que Unamuno está haciendo es una crítica burlesca al racionalismo imperante en la época, al positivismo y a la, en su opinión, excesiva valoración de la ciencia por la sociedad.

 

4.- EL SEXO DE LAS PAJARITAS

Su tratado tuvo un gran éxito. En 1934 añade un Apéndice para explicar que en el desarrollo de sus investigaciones ha descubierto que las pajaritas tienen sexo. Las masculinas muestran nuez y cabeza enhiesta; las femeninas, cabeza hundida y bocio. Se lo anuncia a su yerno, José María Quiroga Pla, escribiéndole una carta a Madrid, donde gestionaba los asuntos del Rector:

“Por la inversión hacia adelante de las costillas. Así salió Adán y Eva. Insertaré un dibujo de la pajarita común, neutra o asexuada, y otros dos de la hembra y del macho y como puede parecer fantástico este descubrimiento (lo hice en pocos días dándole al papel pliegues) mandaré tres piezas, macho, hembras y niños para que los fotografíen. El macho tiene una especie de nuez de Adán (tiroides) pero no pegada, sino sacada de la costilla echada hacia fuera y la hembra una papada. Y a ello añadiré una serie de consideraciones sobre el sexo. Esta ocurrencia de invertir las costillas hacia afuera y sacar de los pliegues me ha resultado fuertemente sugestiva. Y yo creía que la pajarita ordinaria (cocotta vulgaris) no podría dar más de sí”.

(Portada. Dibujo de Walter Toscano)

 

 

Unamuno se dispone a hacer una pajarita

 

Felisa de Unamuno contempla las pajaritas de su padre en la Casa Museo

 

El sexo de las pajaritas

 

Caricatura de Ramón Gómez de la Serna

 

Cuadro de Ignacio Zuloaga

 

Cuadro de José Gutiérrez Solana

 

Cuadro de Alejando Mesonero en la Casa Museo Unamuno

 

 

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