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sábado 27 julio 2024
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El poeta Aníbal Núñez, biografía con diacronía inversa

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El poeta Aníbal Núñez, biografía con diacronía inversa

 

 

EL POETA ANÍBAL NUÑEZ DEBIÓ PERTENECER A LA GENERACION DEL 68 Y A LOS ‘NOVÍSIMOS’. PERO SE QUEDÓ EN EL CAMINO. SU MEDIA VIDA DEJÓ SU OBRA A MEDIAS

 

 

Para entrar en la biografía del poeta salmantino Aníbal Núñez habría que hacer un ejercicio de diacronía inversa: comenzar por el momento de su muerte, que acaeció en 1987 a la edad de 43 años, y aún seguiríamos sin conocerla, porque su trayectoria vital fue huidiza y difícil de seguir. Muchos años después, creció su fama con la publicación en 1995 de la antología Obra Poética por la editorial Hiperión en dos tomos, a cargo de los profesores Fernando Rodríguez de la Flor y Esteban Pujals Gesalí.

Los inicios de Aníbal Núñez en la Poesía están marcados en 1967 con la publicación de un sencillo poemario de 29 poemas escritos de consuno con el canario Ángel Sánchez Rivero, a quien conoció en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Salamanca. Le siguió Fábulas Domésticas en 1972, que la colección Ocnos de la editorial Llivres de Sinera lanzó bajo el patrocinio de Manuel Vázquez Montalbán, obteniendo un rotundo éxito según el Instituto Nacional del Libro Español y una valoración muy positiva de la crítica.

Aníbal Núñez era hijo del fotógrafo y librero José Núñez Larraz y de la zamorana Ángela de San Francisco. Estudió Filología en la Universidad de Salamanca. Posteriormente, continuó en la Escuela de Bellas Artes de San Eloy y en la Escuela de Artes y Oficios, porque no sólo era poeta. También fue pintor, ilustrador y grabador, un erudito en la plástica.

Una importante faceta artística de Aníbal Núñez fue la traducción de poetas clásicos, antiguos y modernos, de autores latinos de la era precristiana, como Propercio y Catulo, y otros del siglo XIX, Gérard de Nerval, Stéphane Mallarmé, Paul Verlaine y, sobre todo, Arthur Rimbaud, personaje irreverente y trágico, el paradigma de los poetas malditos, que apenas llegaron a vivir cuarenta años. Según Concha Castroviejo, “sus traducciones fueron alabadas por su rigor para permitir al lector introducirse en la esencia del autor traducido”. Estos poetas franceses tuvieron en él una decisiva influencia que terminó apartándole de la poesía de denuncia social de la Generación del 68.

Las editoriales no mostraron mucho interés por él, con la única excepción de Cátedra que, en su colección Letras Hispánicas, le introdujo en 2009 en la antología La Luz de las Palabras, realizada por Vicente Francisco Vives Pérez, filólogo de la Universidad de Alicante.

Tan sólo el editor José Batlló, fundador de la mítica colección de poesía El Bardo, le incluyó en su obra Poetas Españoles Contemporáneos junto a otros dieciocho más en 1974, entre los que se contaban nombres como Félix de Azúa, Antonio Colinas, José Elías, Pere Gimferrer, Ángel Fierro, Jaime Siles, José Miguel Ullán, Vázquez Montalbán…

Aníbal Núñez fue una víctima más del capricho de los antólogos, de Pere Gimferrer y José María Castellet, que en 1970 le apartaron de su nómina de Nueve Novísimos Poetas Españoles. Ese absurdo ya contaba con el precedente de la relación asistemática formulada por Gerardo Diego, que delimitó los componentes de la Generación del 27 incluyendo a Miguel de Unamuno, que pertenecía a la del 98, mientras excluía al yerno de éste, José María Quiroga Pla. Algo parecido sucedió con la primera formulación de la mencionada del 98 por Azorín.

En parte, tuvo que ver la vida caótica del propio poeta, a veces de difícil localización. En los momentos previos a su prematura muerte deambulaba por las calles de Salamanca, más bien, por el extrarradio. Se convirtió en un bohemio, no de café, sino autentico. Le gustaba merodear entre edificios ruinosos, como antes lo era la Casa Lis o por el Campo de San Francisco, ahondando así en un creciente deterioro físico.

Durante muy corto tiempo fue profesor de bachillerato. Pero en 1972 fue expulsado de la docencia por motivos políticos. Siguió escribiendo. Sin embargo, su obra fue censurada, lo que impidió que sus libros fueran publicados hasta pasados varios años: Estampas de ultramar, Definición de savia, Casa sin terminar, Figura en un paisaje…, Alzado de ruina, donde muestra a Salamanca como una ciudad devastada, aunque realmente lo que describía era el ambiente en que él mismo vivía. Posteriormente, se reincorporó a la enseñanza, pero en 1978 la dejó, esta vez, voluntariamente.

Con asiduidad concurrió a recitales, como el celebrado en Salamanca en homenaje a Unamuno, previo a la concesión del Premio Internacional de Poesía Álamo, en el que compartió la palabra y el verso con Federico Carlos Sainz de Robles, Guillermo Díaz Plaja, López Anglada, Emilio Salcedo, Julián Chamorro y José Ledesma Criado.

A la ciudad de Zamora acudió en numerosas ocasiones para leer sus poemas y dar a conocer la obra pictórica que había sido expuesta en el Museo de Salamanca. Allí hablo largamente con el gran Claudio Rodríguez y realizó un estudio de su obra en Retórica en dos versos de Claudio Rodríguez. Por su parte, el poeta zamorano reconoció el buen verso de Núñez en Pliegos de Poesía Hiperión.

El poeta José Ángel Valente, Premio Príncipe de Asturias, también valoró la obra de Aníbal Núñez y prologó su poemario Primavera Soluble, de carácter autobiográfico. Pero hubo otros muchos que le elogiaron. El director de la Real Academia Española, Víctor de la Concha, escribió: “Conoce la poesía francesa y grecolatina, domina el ritmo y la lingüística, y ejerce una corrección implacable sobre la escritura”.

El poeta granadino Justo Navarro le alabó, manifestando: “Nos devolvió una voz poética labrada sobre los paradigmas del lenguaje y la tensión entre las palabras y la experiencia”. También le ensalzaron Torrente Ballester y Antonio Colinas, para quien “Aníbal Núñez niega la preponderancia de lo escrito en las grandes ciudades. Desde la provincia la voz del escritor puede universalizarse”.

Ese progresivo aprecio de la pléyade permitió que el Ministerio de Cultura le concediera una “ayuda a la creación literaria” de 500.000 pesetas en diciembre de 1980. En aquel jurado, entre otros se encontraban Torrente Ballester, Antonio Tovar, Luis Michelena y Ángel María de Lera. Dos años más tarde, Andrés Trapiello, entonces poeta y crítico, le incluyó en la revista Número (prosa y verso), que dirigía.

El Premio Nacional de Poesía 1980, Carlos Sahagún, manifestaba de su compañero de letras Aníbal Núñez: “Su poesía refleja una visión deliberadamente deformante de la sociedad que le rodea. Constituye un intento de reformar el lenguaje tópico poético apto para comunicar un original punto de vista. Esta personalísima forma de expresarse distorsionando supuestas objetividades, desmitificando convencionalismos, hacen de la suya una poesía viva, chispeante, a veces cáustica, irónica siempre y, definitivamente, social”.

La presencia de Aníbal Núñez era requerida en los cenáculos literarios, como La Tertulia de los Martes de Segovia. En esta ciudad, el poeta Luis Javier Moreno, seguidor de Cavafis, presentó su poemario En-tierra, acompañado por Aníbal Núñez, su amigo de la Universidad de Salamanca, a quien había incluido en la colección Época de Inventario, junto a poemas de Fernando Pessoa y Francisco Pino.

En una segunda ocasión en el mismo lugar, el salmantino dio a conocer su libro De cara a la pared. Del aquel acto, la crítica manifestó: “Nos tuvo durante un buen rato bailando al son de un vals endecasílabo, muy atentos para no perder detalle de la letra”. También participó en Ávila en el homenaje a Jorge Guillén con José Ledesma Criado y José María Muñoz Quirós, donde leyó dos poemas del poeta vallisoletano recién fallecido.

En méritos a la valía de su verso, Aníbal Núñez fue nombrado en 1986 miembro del Consejo Asesor de Cine y Medios de Comunicación de la Junta de Castilla y León, junto a personalidades como Fernando Lara y Basilio Martín Patino, con funciones de asesoramiento de la Consejería de Cultura. Y en 1987, gana el III Premio Constitución de Poesía de la Junta de Extremadura con su obra Clave de los tres reinos en la que entrecruza mitos y símbolos: “Dolor de la palabra: / tener que hacerse verbo para hacerse / carne, flor, mármol”.

Hoy sólo nos queda un vago y efímero recuerdo de tan innovador poeta. En 2011, Fernando Rodríguez de la Flor publicó la obra La vida dañada de Aníbal Núñez. Por su parte, José Amador Martín, fotógrafo y poeta como él conoció a Aníbal Núñez. Ambos fundaron en Salamanca la revista Base 6, con Carmen de Celis y Jaime Siles, y hace algunos años realizó como homenaje el reportaje fotográfico Aníbal Núñez. Memoria de un vencedor. Es de los pocos que saben de su vida y obra. Ambos compartieron dificultades editoriales y recitales poéticos con otros poetas del momento, como Juan Luis Fuentes Labrador, José García Martín, Ángel Luis Prieto de Paula, José Luis Sánchez Matilla, José Manuel Diego…

(Fotos. Archivo Familia Núñez)

 

 

 

 

Antología «Obra Poética» de Aníbal Núñez

 

 

Remigio González “Adares” – El poeta del Corrillo

 

 

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