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Miguel Delibes, entre la censura y la extorsión

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Miguel Delibes, entre la censura y la extorsión

 

 

MIGUEL DELIBES PADECIÓ LA CENSURA MINISTERIAL DURANTE TODA SU VIDA PROFESIONAL EN EL PERIODISMO CON LOS MÉTODOS MÁS BURDOS, INCLUIDA LA EXTORSIÓN QUE LE HIZO DIMITIR COMO DIRECTOR DE ‘EL NORTE DE CASTILLA’

 

 

1.- Miguel Delibes y la censura

2.- Miguel Delibes en el “El Norte de Castilla”

3.- El suplemento “El Caballo de Troya”

4.- La ficticia política aperturista

5.- La Ley de Prensa o “Ley Fraga”

 

 

1.- MIGUEL DELIBES Y LA CENSURA

En 1975, antes de la muerte de Franco, el escritor Antonio Beneyto realizó una serie de entrevistas a varios compañeros de letras indagando su opinión acerca de la censura. Uno de ellos fue Miguel Delibes, para quien era evidente que se trataba de un medio de defensa del sistema político. Recordaba la época de Fraga Iribarne y los métodos que utilizaban sus funcionarios para enfrentarse a los directores de los periódicos, a quienes enseñaban un cartapacio lleno de recortes subrayados con lápiz rojo. “Aquellos rimeros de recortes eran los pecados del director. Entre esto y el lenguaje, según me dicen, malsonante y soez del acusador, el director sacaba la conclusión de que había que frenar, y que tanto el periódico que dirigía como su persona vivían de milagro”, señalaba

Delibes fue testigo de todas las caras que tuvo la censura en su época. En la posguerra tenía que presentar sus artículos ante el censor para que diera su aprobación antes de ser publicados. Aun así, era frecuente que posteriormente la policía procediera al secuestro administrativo de los ejemplares, una vez que ya estaban en la calle, retirándolos de los quioscos. Por eso, la llamada Ley de Prensa de 1966 o Ley Fraga fue bien recibida por todo el mundo editorial, pues desaparecía la censura con carácter institucional. Se hablaba de cierta ‘apertura’.

Sin embargo, aquello sólo fue un cambio de imagen. Aparecieron procedimientos más solapados, como la extorsión a que sometieron a Miguel Delibes en Valladolid para hacerle cesar como director de El Norte de Castilla. Y así hasta la actualidad, habida cuenta de que la venta de los periódicos de papel disminuye y paulatinamente los quioscos de prensa van cerrando, las distintas Administraciones Públicas hacen depender la subsistencia de los medios de comunicación de sus propias campañas de publicidad financiadas con impuestos.

 

2.- MIGUEL DELIBES EN “EL NORTE DE CASTILLA”

Delibes entró en El Norte de Castilla en 1941 como caricaturista. A las entrevistas del periódico unía sus dotes de dibujante, realizando una crítica muy sutil. De esta forma, dejaba entrever con ligeros trazos cómo los personajes o las situaciones era percibidos por la sociedad, bajo la forma de un humor sibilino tan ácido como las palabras. Entonces era director Francisco de Cossío, que acaba de ser expedientado por desviarse de la línea gubernamental. Cossío ya había ejercido en 1924 su oposición a la Dictadura de Primo de Rivera, viéndose obligado a exiliarse en París, pasando la Nochebuena de aquel año en la casa del escultor bejarano Mateo Hernández, con Miguel de Unamuno y el guitarrista de música clásica Regino Sáinz de la Maza.

En los siguientes años Delibes tuvo una labor muy intensa. Trabajaba y estudiaba a la vez. Realizó crónicas deportivas y cinematográficas. Fue ascendido a editorialista y consiguió la cátedra de Derecho Mercantil de la Escuela de Comercio. En 1952, el Consejo de Administración le nombra subdirector con la intención de que el periódico recuperase la línea agrarista y liberal que tuvo siempre, encargándole además la programación de los actos conmemorativos del centenario de la fundación del rotativo. En esa época es apercibido en numerosas ocasiones por sus artículos, como Cien años de vida, Tierras de paja, Castilla tiene sed…Otras veces, por no escribir lo suficiente en lo que se le requería, como no resaltar la conmemoración del Día de la Victoria, y otras, por escribir a destiempo, como cuando entrevistó al nuevo gobernador civil, Jesús Aramburu, antes de su nombramiento.

 

3.- EL SUPLEMENTO “EL CABALLO DE TROYA”

Nombrado director del periódico vallisoletano, Delibes mostró un mayor enfrentamiento con las autoridades en su defensa por los problemas del campo castellano. Los avisos del régimen eran constantes por el uso de ciertas expresiones en sus artículos, con titulares como Castilla en Escombros o La Ruina de Castilla, que desacreditaban la labor del gobierno. Delibes instaba a sus redactores a que exprimieran al máximo el vocabulario y el diccionario utilizando palabras sinónimas que fueran igualmente explícitas para acabar diciendo lo mismo. Y también a que empezaran los artículos con la laudatio, una alabanza del personaje o de una situación, para continuar con una crítica soterrada pero claramente perceptible.

El enconamiento subió de tono el 5 de marzo de 1961, cuando comienza a publicar el suplemento semanal El Caballo de Troya, un cuadernillo de diez hojas que coordinaba el redactor jefe Carlos Campoy, junto con Francisco Umbral y José Jiménez Lozano, que compatibilizaban su labor con otras tareas. Umbral se hallaba en León, en la emisora de radio La Voz de León. Por su parte, Jiménez Lozano, dirigía la Librería Lara de Puerta Dorada en Valladolid, propiedad del diario, donde participaba semanalmente en la tertulia de la trastienda y proporcionaba a la redacción libros para realizar la crítica social o literaria.

Se trataba de un suplemento de crítica militante, que se realizaba de forma urgente, según sucedían los acontecimientos, por oposición a la académica, más propia de revistas especializadas. Y hubo otras firmas colaboradoras, personajes que despuntaron en el mundo de las letras, como Javier Pérez Pellón, Manu Leguineche, Bernardo Arrizabalaga, José Luis Martín Descalzo, Miguel Ángel Pastor y César Alonso de los Ríos. No obstante Miguel Delibes se vio en la tesitura de tener que buscar nuevos colaboradores. Umbral optó por marcharse a Madrid para prodigar su narrativa por el mundo editorial y Alonso de los Ríos es detenido por haber repartido propaganda ilegal, debiendo permanecer encarcelado en el centro penitenciario de Carabanchel durante seis meses, quedando finalmente absuelto, en parte, gracias a las gestiones de Delibes.

De nuevo, Delibes trata de que el suplemento sea el altavoz de la cuestión agraria castellana. Y continuaba recibiendo amonestaciones por motivos como dar poco realce al Día de la Victoria del 1 de abril, olvidarse de la fecha del Alzamiento un 18 de julio, o tomar la decisión de insertar reportajes propios, ignorando los oficiales que transmitía por teletipo la Agencia Cifra. No sólo él se ganaba las reprimendas. José Jiménez Lozano, quien luego fuera Premio Nacional de las Letras, recordaba: “Hice una serie de reportajes de pueblos de Castilla, con fotografías, y un día nos llamó Fraga, muy enfadado, porque decía que le hacíamos el juego al comunismo. Nos invitó a comer en la Casa de Galicia y allí nos echó un broncazo”.

 

4.- LA FICTICIA POLÍTICA APERTURISTA

El 10 de julio de 1962, Manuel Fraga en nombrado ministro de Información Turismo. En su cartera llevaba la elaboración de una Ley de Prensa que supusiera la apertura de la política informativa en los medios de comunicación y mejorar la imagen de España en el extranjero. Suprimió la censura previa, pero no la efectiva, que adoptó otros modos, manteniendo el secuestro de los periódicos en los quioscos o el empleo de la extorsión personal a los directores. La elaboración del anteproyecto y del proyecto fue muy lenta. La ley no fue aprobada hasta 1966.

Fraga nombra director general de Prensa a Manuel Jiménez Quílez. En principio, Delibes lo vio con cierto alivio, pues era un viejo conocido suyo, de cuando Quílez era director de la Agencia Logos. Pero, se repiten las advertencias ministeriales. Delibes escribe el artículo La agricultura castellana reclama soluciones inmediatas y es llamado a Madrid, para ser reprendido personalmente. El director de el El Norte se queja entonces de las importaciones masivas de cereales que realiza el gobierno para hacer bajar el precio del pan, porque arruinaban a los agricultores castellanos.

Escribe el artículo Cara y cruz de nuestros pueblos, en el que decía: “Los pueblos de Castilla se debaten entre el miedo y el tedio, es decir, al temor de que la pobre cosecha actual se malogre por cualquier circunstancia, hemos de añadir la total ausencia de estímulos que hagan siquiera llevadera la vida nuestros medios rurales. O sea, el miedo que gravita sobre ellos durante seis días de la semana no puede eludirse el séptimo sino mediante el sexo y el vino. La higiene, la urbanización, la menor confortabilidad, el salón recreativo, constituyen para el labriego castellano una quimera. En esta situación, nada puede extrañarnos que la juventud, que confusamente barrunta mundos más halagüeños, escape del campo, aunque sea para sumirse en la negra aventura del paro, del suburbio, de la chabola”.

Viendo Quílez que no conseguía arredrar a Delibes, impuso a la empresa propietaria del periódico que nombrara a un subdirector que hiciera de enlace entre Delibes y el Ministerio, es decir, que le controlara. El consejo de administración nombró a Ángel de Pablos. Pero Quílez lo rechazó y tuvieron que nombrar a otro, Félix Antonio González, que era persona de toda confianza de Delibes. Sin embargó éste dimitió de su cargo de director cuando comprobó que se trataba de un chantaje. Félix Antonio le comunicó el encargo que había recibió de la Dirección General: debía de extremar el control sobre Delibes. Quílez le advirtió literalmente: “Y si se desmanda el director, usted va a la calle”. Delibes comprendió que su amigo podía perder el trabajo por culpa suya y prefirió abandonar el cargo.

El Ministerio no había enviado instrucciones por escrito, pero seguía ejerciendo una censura encubierta. El cese de Delibes fue anunciado por el periódico el 8 de junio de 1963. No obstante, el consejo de administración de la empresa le nombró delegado suyo en la redacción. Indirectamente, Delibes seguía dando las directrices de la publicación al director formal. Más tarde, fue integrado en el propio consejo como un miembro más con voz y voto.

 

5.- LA LEY DE PRENSA O LEY FRAGA

En 1966, Manuel Fraga publica su Ley de Prensa, que reconoce la iniciativa privada y anula la censura previa, que convierte en sanciones a posteriori si lo publicado no se ajusta a las leyes del régimen. Para Delibes, poco había cambiado. El 21 de julio 1970, se produjo una huelga de trabajadores de la construcción en Granada en la que tres de ellos resultaron muertos por balas de la policía. El Norte de Castilla recibió nuevamente la consigna previa que creía desaparecida con la ley: la noticia sólo podía darse en páginas interiores, no en la portada, y con un titular muy discreto.

Miguel Delibes ponía un ejemplo de la superficialidad de la nueva política ministerial: “Fraga Iribarne, cuando se le pidió una apertura para el cine, no la concedió en el terreno ideológico, sino erótico: las películas no traían más ideas, sino más camas. Yo no me escandalizo si un buen argumento trae una cama, pero sí me revienta que alrededor de una cama se monten, por sistema, malos argumentos”.

Durante su vida profesional, que César Alonso de los Ríos consideró “marcada por la confrontación con el poder, con el autoritarismo y contra las falsas apariencias aperturistas”, el escritor fue escribiendo libros que se escapaban de la censura periodística y que, en contra de lo previsto, le proporcionaban importantes galardones, como el Premio Nadal con La sombra del ciprés es alargada, el Premio de la Crítica con Las Ratas o Viejas Historias de Castilla la Vieja, que para De los Ríos “son la consecuencia inmediata de un amordazamiento como periodista. Es decir, que cuando a mí no me dejan hablar en los periódicos, hablo en las novelas. La salida del artista estriba en cambiar de instrumento”.

En 1984, Miguel Delibes escribe el ensayo La Censura de Prensa en los años 40, en el que expone ejemplos de aquel procedimiento de falsa apertura. Cuando en 1941 ingresa en El Norte de Castilla, su director Francisco de Cossío estaba expedientado y al periódico se le había retirado de la cabecera la frase Diario Independiente de Valladolid. Cossío fue cesado en 1943 como director y sustituido por el sacerdote falangista Gabriel Herrero. Delibes recuerda algunas de aquellas instrucciones recibidas del Gobierno, como ésta: “Ante la posible contingencia del fallecimiento de don José Ortega y Gasset, ese diario dará la noticia con una titulación máxima de dos columnas y la inclusión, si se quiere, de un solo artículo encomiástico, sin olvidar en él los errores religiosos y políticos del mismo y, en todo caso, eliminando siempre la denominación de maestro”.

(Foto. Miguel Delibes. El Norte de Castilla)

 

 

Miguel Delibes

 

Miguel Delibes con Paco Umbral y Manu Leguineche

 

‘El Norte de Castilla’. Por la izquierda: Fernando Altés, Miguel Delibes, Juan José Rodero, Luis Berenguer, José Jiménez Lozano, Carlos Campoy y Emilio Salcedo. 

 

Fondo Documental Miguel Delibes  –  Fundación Miguel Delibes

 

 

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