El general Prim y Modesto Lafuente, el poder y la prensa
EN TIEMPOS PASADOS, LA HOSTILIDAD ENTRE POLÍTICOS Y PERIODISTAS ERA DIRECTA Y MUY VIOLENTA. AMBOS SE JUGABAN LA VIDA POR LA CRÍTICA Y LA CENSURA.
1.- La vida parlamentaria
2.- Prim, Pringue
3.- El general Prim reta a duelo a Modesto Lafuente
1.- LA VIDA PARLAMENTARIA
El historiador palentino Modesto Lafuente era natural de Rabanal de los Caballeros, próximo a Cervera de Pisuerga. Cursó estudios en el Seminario de León, alcanzando la cátedra de Teología en Astorga, ciudad por la que, posteriormente, sería diputado a Cortes. En esta ciudad conoce la obra del Padre Isla, leonés de Vidanes. Especialmente, hace mella en él su obra Fray Gerundio de Campazas, novela satírica que desprestigiaba la oratoria barroca y la hipocresía existente, tanto en el sistema educativo como en el concepto social de la caridad, cuya publicación fue suspendida por la Inquisición, y su autor expulsado de España junto con los miembros de la Compañía de Jesús.
Lafuente abandona la carrera eclesiástica y marcha a Madrid, dedicándose al mundo de las letras, en particular, a la Historia. Escribe su Historia General de España y funda el periódico Fray Gerundio, en memoria del Padre Isla. Esta publicación sufrió uno de los primeros casos de hostilidad por parte del poder en la pugna que tradicionalmente ha venido sosteniendo en nuestro país con la prensa en materia de libertad de expresión.
En 1841, el presidente del Consejo de Ministros, Antonio González, presenta a las Cortes el presupuesto de la nación para su aprobación. Ante el regateo que se suscitó por el aumento de las asignaciones a los capitanes generales, Juan Prim, diputado y general del Ejército, increpó al ministro de la Guerra, Evaristo San Miguel, por haber dicho que los altos mandos militares sólo querían su sueldo para agasajar a los extranjeros que arribaban a nuestros puertos, diciendole: “Hace unos días que ha dotado con setenta mil reales a los arzobispos, ¿son de peor condición los militares que los arzobispos? Pues les diré que unos no sirven para nada y que los otros sirven poco porque se dejan matar en beneficio de la patria”. Con la airada respuesta, Prim se negó a votar a favor de ese estipendio, así como de los tres millones de reales que se proponían para gastos de la Regente, María Cristina de Borbón.
2.- PRIM, PRINGUE
Poco después, Modesto Lafuente tachó a Prim en su Fray Gerundio de “hereje”, con alusiones tan mortificantes que enfurecieron al General en sumo grado. Éste envió una carta al insigne escritor en el que le advertía que no le admitía el apodo de “Pringue” que le había puesto en su publicación y que, allí donde le encontrara, le escupiría en la cara.
Lafuente le contestó públicamente que, como Prim era un nombre muy corto e insustancial para un diputado, le había parecido oportuno añadir un “gue”, resultando así “Pringue”, un apellido más sustancioso y de más agradable condimento. Asimismo, rechazaba que le escupiera en la cara, porque eso lo tenía por poco decente y muy pringoso.
Considerando Lafuente que todo aquello constituía un ataque a la libertad de prensa, dio cuenta del caso ocurrido en Barcelona entre Seijas Prado, redactor jefe de El Constitucional, y un teniente de la Guardia Real. El periodista fue apaleado en plena Rambla por el oficial, que le agredió por la espalda, poniéndole luego su sable en el pecho.
3.- EL GENERAL PRIM RETO A DUELO A MODESTO LAFUENTE
El general Prim montó en cólera y retó a Lafuente a duelo, nombrando padrinos a Narciso Ametler, diputado por Gerona, y al poeta José de Espronceda, diputado por Almería. Lafuente rechazó el trance. Pero Prim, en represalia, le aguardó esa misma noche a la salida del trabajo para propinarle unos cuantos bastonazos. El periodista no se arredró y contestó a ese ataque al día siguiente en su publicación con un artículo titulado Atentado contra la libertad de imprenta y de la seguridad personal.
Pasados unos días, Lafuente asistió al Teatro del Príncipe, a la representación de la obra El héroe por fuerza de Ventura de la Vega. En el entreacto salió a tomar un café, momento que Prim aprovechó para entrar en la sala y sentarse en la butaca de Lafuente. A continuación, Ametler y Esproncesa fueron a aconsejarle a éste que se marchara del lugar, a lo que Lafuente se negó. Enterado Prim de su negativa, se levantó del asiento y, dirigiéndose al periodista, le descargó otros dos tremendos bastonazos, uno en la cabeza y otro en el brazo derecho.
A la mañana siguiente, Modesto Lafuente dirigió un escrito al Congreso de los Diputados narrando lo ocurrido, pidiendo protección para los escritores públicos de los atropellos y tropelías a que por su profesión se hallaban expuestos, al mismo tiempo, que le impusieran una sanción al general Prim. Pero, el Congreso se mostró a favor del militar.
En respuesta, Lafuente escribió un admirable artículo titulado Decisión gerundiana en el que anunciaba que “en vista del estado en que se hallaba la libertad de imprenta y, ante el espectáculo que contemplaba, que le indicaba que el principio de la fuerza bruta había sido admitido, y considerándose sin las necesarias garantías para escribir, suspendía la publicación”.
Pasados los años, Modesto Lafuente entró en la vida política como diputado por la Unión Liberal, a partir de la Revolución de 1854, conocida como “La Vicalvarada”, erigiéndose en un ferviente defensor de la tolerancia religiosa. Por su parte, el general Prim fue el alma de la Revolución de 1868 y partidario de entregar la corona al italiano Amadeo de Saboya, a quien no llegó a ver en el trono al ser asesinado en 1870 en la calle del Turco de Madrid (hoy Marqués de Cubas). Se dice que el autor fue Paúl y Angulo, un jerezano federalista, otro escritor que, desde su periódico El Combate, amenazó al general con “matarle en la calle como a un perro”. El suceso nunca fue suficientemente esclarecido.
Modesto Lafuente (dbe.rae)
El General Prim (Luis de Madrazo)
Sesión del Congreso de los Diputados