Españoles en la Independencia de Cuba. José Martí
EN LA INDEPENDENCIA Y LA REVOLUCIÓN DE CUBA PARTICIPARON MUCHOS ESPAÑOLES, NACIDOS EN ESPAÑA O HIJOS DE ESPAÑOLES
1.- Cuba en el siglo XIX.
2.- José Martí Pérez
3.- Exilio de José Martí en Madrid.
4.- José Martí en la Universidad de Madrid
5.- Primera República Española.
6.- José Martí en Zaragoza
7.- Última presencia de José Martí en España.
8.- Muerte de José Martí.
9.- ¿Guerra de independencia o guerra civil?
1.- CUBA EN EL SIGLO XIX
En el siglo XIX, Cuba era El Dorado de las élites económicas españolas, tanto peninsulares como isleñas, que compartían los mismos intereses en la explotación de las materias primas del país, azúcar, tabaco y ron, primordialmente. Pero, mientras los primeros consideraban que su capital se acrecentaría manteniendo su vinculación con la metrópoli, los segundos veían más productivo su anexión a Estados Unidos, como hiciera Puerto Rico. Además, había un tercer grupo, la clase media y trabajadora, a quienes no les interesaba ninguna de esas dos situaciones, sino la mera independencia. Todos ellos colisionaban.
El desenlace del conflicto desembocó en la guerra hispano-norteamericana que perdió España, fomentada por el multimillonario William Randolph Hearst (el Ciudadano Kane de Orson Welles). En realidad, aquella no fue una guerra contra los españoles, ni se produjeron los odios de otras contiendas hispanoamericanas. Los perdedores no fueron represaliados, sino al contrario, los magnates que allí quedaron, principalmente catalanes y del norte peninsular, los llamados indianos, mantuvieron su patrimonio entre Cuba y España, si cabe, con mayor pujanza.
2.- JOSÉ MARTÍ PÉREZ
Mariano Martí vivía en Valencia cuando fue destinado a Cuba como sargento artillero para cumplir con el servicio militar obligatorio, del que, como era habitual en aquellos tiempos, podía haberse librado pagando a otro para que fuera en su lugar. Pero no le fue posible por carecer de recursos. En la isla caribeña conoció a la que sería su esposa, Leonor Pérez, canaria de La Orotava e hija de otro militar, con la que tuvo ocho hijos, siete mujeres y un varón, José Martí.
Su salud flaqueaba y tuvo que solicitar la baja por enfermedad en el Ejército para ingresar en el cuerpo de la policía municipal, teniendo a su cargo el control naviero de las mercancías que partían y arribaban al puerto de La Habana. Pero, no consiguió reponerse y regresó a España con el propósito de comenzar una nueva vida que le fue negada.
Se alojó con su familia en una casa de la plaza del Miracle de Mocadoret de Valencia, donde hoy se recuerda su estancia con una placa. El trabajo que se le ofreció resultó insuficiente para mantener tan amplia prole y, a los dos años, tuvo que volver a Cuba, donde pudo conseguir un nuevo empleo en la Administración colonial.
Su hijo, José Martí, comienza los estudios gracias a la ayuda del poeta Rafael María Mendive, que ejercería sobre él una influencia ideológica revolucionaria determinante. Desde muy joven se interesó por las cuestiones sociales, que le condujeron a la clandestinidad, difundiendo folletos sediciosos que ponían en jaque a la autoridad colonial. Dirigió una carta a un amigo suyo, calificándole de traidor por haberse enrolado como voluntario en el Ejército español. El descubrimiento de la misiva le supuso terminar penado con seis años de prisión y trabajos forzados en una cantera de San Lázaro, donde los grilletes le dejaron las piernas y el sentimiento marcados para siempre.
Su padre consiguió conmutar aquella situación por la de traslado a la isla de Pinos (actual de La Juventud), donde el ingeniero catalán José María Sardá, le acogió en su casa y convivió con su familia. No obstante, Mariano Martí consideraba que su hijo estaba perdiendo un tiempo valioso y consiguió del Capitán General de la isla el beneficio de que pudiera ser deportado a España, para que finalizara los estudios de bachiller.
3.- EXILIO DE JOSÉ MARTÍ EN MADRID
El 15 de enero de 1871, José Martí zarpó en el vapor Guipúzcoa en dirección a Cádiz. Más tarde recordaría la agradable sensación que le causó la ciudad andaluza. Sus edificios y sus gentes le recordaban a La Habana y le hicieron sentirse en casa. Eran unos años convulsos. La Reina Isabel II había abdicado. En medio de una profunda inestabilidad institucional, el Gobierno había importado un Rey italiano, Amadeo I de Saboya, para que les sacara del atolladero. Pero, el monarca no lo consiguió porque no se ganó la confianza del pueblo, que le llamaba Macaroni I.
Martí llega a Madrid en medio de la agitación política. Se hospeda en la pensión de Doña Antonia, en la calle del Desengaño 10, donde en los pasados años ochenta el Ayuntamiento de Madrid colocó una placa conmemorativa. Se hallaba junto a la Gran Vía y cerca del Ateneo, en la calle de la Montera, antes del traslado a su actual emplazamiento de la calle Prado, donde se encontró con una lujosa biblioteca. Buceó entre las obras de los clásicos españoles y asistió a los numerosos debates que la institución prodigaba.
En la habitación de la fonda escribió su famoso folleto Presidio Político en Cuba, desgarrador e hiperrealista, que imprimió en la Imprenta de Ramón Ramírez, en el barrio de Chueca, un relato de las calamidades que había sufrido en primera persona estando preso, estremecedor para cualquier cubano que lo leyera.
Su lectura cautivó a la cubana Barbarita Echevarría, viuda del General Valentín Joaquín Ravenet, antiguo Gobernador de Cuba, a la que había conocido por medio de su amigo de la infancia Carlos Sauvalle, estudiante de Medicina deportado como él. Martí vio el cielo abierto, porque en pocos días había agotado su escaso dinero y no podía pagar el hospedaje. La cubana le llevó a su casa y le proporcionó ayuda y amistad íntima a cambio de que diera clases de inglés a sus hijos y a los de otras familias de su entorno.
Carlos Sauvalle le integró en el grupo de cubanos exiliados que se reunían en su vivienda. Allí pasó momentos alegres y tristes. Triste fue saber de la ejecución del poeta cubano Juan Clemente Zarea, cuando clandestinamente había entrado en Cuba procedente de Estados Unidos. Y triste fue la noticia de que ocho estudiantes de Medicina habían sido fusilados por profanar la tumba del periodista español Gonzalo Castañón, director de La Voz de Cuba.
Sauvalle fue un ángel de la guarda para Martí, tanto por su apoyo económico como asistencial, cuando tuvo que sufrir varias operaciones en el Hospital de San Carlos de la calle Atocha de Madrid, consecuencia de las secuelas que arrastraba de su paso por prisión. Le llevó a su casa y le cuidó en su convalecencia. Gracias a él contó con la atención de los mejores médicos del momento.
4.- JOSÉ MARTÍ EN LA UNIVERSIDAD DE MADRID
Poco a poco, Martí comenzó a llevar una vida más convencional. Se matriculó en la Universidad Central de Madrid para cursar la carrera de Derecho y estudiaba en las más prestigiosas bibliotecas, la propia del Ateneo, la de la Facultad de Filosofía, en la calle Toledo, y la Biblioteca Nacional, que provisionalmente se hallaba en la calle Arrieta.
Concurría a los centros neurálgicos de la bohemia literaria, el Restaurante Botín, en la calle Cuchilleros; el Café Español, junto al Teatro Español; la Cervecería Inglesa de la Plaza de Santa Ana, el Café Oriental, el Café de Artistas, tantos otros donde coincidió con lo más granado de las letras españolas, Galdós, Clarín o Palacio Valdés. También se interesó por la pintura. Frecuentaba el Museo del Prado y la Real Academia de San Fernando, donde admiraba los cuadros de Goya y se granjeó la amistad de los Madrazo, Ramón y su hijo Mariano.
En política, acudía a las Cortes y presenciaba los encendidos debates entre los partidos, que versaban poco más que sobre sus propios intereses, tomando buena nota de la debilidad de los políticos españoles, de la corrupción y del caciquismo. Asistió con decepción a las infructuosas discusiones sobre la eliminación del sistema colonial de Cuba y la abolición efectiva de la esclavitud. Nicolás Salmerón, Gumersindo de Azcárate o Giner de los Ríos llamaron poderosamente su atención. En suma, Martí se empapó de todos los aspectos de la cultura española, la literatura, el arte, la política. Tras lo cual, contacta con el exilio cubano en Estados Unidos, les envía sus publicaciones en la prensa española y se va mostrando como el adalid del emergente movimiento independentista.
5.- PRIMERA REPÚBLICA ESPAÑOLA
En 1873 el Rey Amadeo I abdica y se proclama la República. Los nuevos gobernantes convocan a la migración cubana en la Academia de Jurisprudencia para exponerles el proyecto de Constitución federal, que contemplaba a Cuba como un territorio más de los peninsulares. Algunos lo aceptaron, como el liberal Calixto Bernal, que fue diputado en las Cortes durante dos años por el distrito cubano de Santa Clara, anteriormente, partidario de un tratamiento autonómico para Cuba y su posterior anexión a Estados Unidos. José Martí no compartía ese planteamiento.
Pero, a la postre, todo quedó como estaba. El estatus de la metrópoli y la colonia se mantuvo. El Capitán General de las islas recibió una instrucción que decía: “Para el Gobierno de la República, nada, absolutamente nada, hay superior a la integridad de la patria”. Entonces, Martí estudia otras vías para influir sobre los poderes fácticos. Se inicia en la masonería de Madrid. Primero, en la logia Caballeros Cruzados, entre los meses de marzo y abril de 1871, de la que fue secretario. Luego en la logia Armonía, como último intento. Todo fue en vano. El General Martínez Campos terminó restaurando la monarquía en la persona de Alfonso XII.
6.- JOSÉ MARTÍ EN ZARAGOZA
Martí toma la decisión de cambiar de ciudad y finalizar los estudios en un lugar más tranquilo. Se traslada a Zaragoza con su amigo Fermín Valdés, alumno de Medicina también deportado. Se instala en la pensión de Félix Sanz, en la calle de la Manifestación 13, donde también hay una placa; luego, en Olmo 13. No le faltaron amoríos. Conoce a Blanca Montalvo, con quien mantuvo una difícil relación por la oposición de sus padres.
Además de su carrera en Leyes, comienza la de Filosofía y Letras y realiza diversos trabajos para costear sus gastos, principalmente, traducciones y artículos periodísticos, al tiempo que sigue las últimas noticias de su país a través del Diario de Avisos de Zaragoza. Pero, con la caída de la República, se producen revueltas en la capital maña con gran cantidad de víctimas y el ambiente se le torna irrespirable.
Pronuncia discursos en los que despunta como un gran orador, como el del Teatro Principal en beneficio de los huérfanos de los insurrectos muertos en Cuba, que causa malestar al Gobierno. Martí y Valdés deciden quebrantar su situación de exiliados y huyen a Francia. En París le espera el poeta Auguste Vacqueria, quien le presenta al escritor Víctor Hugo, recibiendo de él su obra Mes Fils como regalo, que Martí traduciría al español en México. Su estancia en Francia duró pocos días. Embarca en Le Havre hasta el puerto inglés de Southampton, para partir hacia México donde le esperaba su familia, sin detenerse en Cuba. Cuando Martí dejó España, ya iba muy imbuido del socialismo utópico que subyacía en la península.
7.- ÚLTIMA PRESENCIA DE JOSÉ MARTÍ EN ESPAÑA
En 1879, cuando José Martí ya estaba casado y tenía un hijo, es nuevamente detenido en La Habana y condenado a prisión por su actividad conspiradora. Es llevado en un navío hacia España para ingresar en el penal de Ceuta, el buque Alfonso XII con destino a Santander. Durante el trayecto traba amistad con el diputado Ladislao Setién, que le consigue la situación de libertad con fianza, lo que le valió para permanecer en la capital cántabra durante doce días en la casa de su madrina Marcelina Aguirre.
De nuevo residirá en Madrid, en la calle Tetuán 10, y trabajará en los bufetes de los abogados Nicolas Azcárate y Nicolas Viondi. Pero, como ya hiciera anteriormente, a los tres meses marchó clandestinamente a Francia. Se vuelve a encontrar con Víctor Hugo y le cumplimenta haciéndole entrega de la traducción española de su obra Les Fils, que cinco años antes le había regalado el ilustre novelista. Y reembarca en el puerto de Le Havre en dirección a Nueva York. En 1892 funda en Cayo Hueso (Florida) el Partido Revolucionario Cubano, cuyo órgano de expresión será la revista Patria, que él mismo dirigió.
8.- MUERTE DE JOSÉ MARTÍ
Continuamente reunía fondos y compraba armamento para emprender un desembarco en Cuba desde los Estados Unidos, cuyo gobierno abortó una operación en 1894, incautando tres barcos y un material que había costado 75.000 pesos. Finalmente, la intervención tuvo lugar en 1895. Ese año Martí moriría en Dos Ríos, cerca de Palma Soriano, cuando ostentaba el cargo de Mayor General del Ejército Libertador, en el transcurso de una acción de guerra repelida por las tropas del coronel español Ximénez de Sandoval.
Sandoval se mostró contrariado al conocer la muerte de Martí. Ambos eran masones, miembros de una Fraternidad Universal que estaba por encima de partidos, razas, religiones o nacionalidades y eso era incompatible con la discordia y al enfrentamiento en que se vieron. El coronel ordenó que su cuerpo fuera embalsamado y expuesto en Santiago de Cuba en el suelo, siguiendo el rito masónico, para recibir el tributo del pueblo cubano. En dicho acto Sandoval manifestó: “Cuando pelean hombres de hidalga condición, como nosotros, desaparecen odios y rencores. Nadie que se sienta inspirado de nobles sentimientos debe ver en estos yertos despojos a un enemigo”.
José Martí nunca se mostró antihispano. Admiraba la lengua castellana y era de una cultura española clásica con aditamentos europeos y norteamericanos. Los autores españoles siempre expresaron un gran respeto por su obra. En 1919, Unamuno le definió en la revista España de Madrid como “un soberano poeta”. Y refiriéndose a sus cartas sobre la cruenta guerra hispano-cubana, afirmaba: “Eran cartas llenas de afecto a los españoles, que al fin su padre lo fue”.
9.- ¿GUERRA DE INDEPENDENCIA O GUERRA CIVIL?
La llamada al levantamiento de José Martí contra España se basaba en la liquidación de la dependencia colonial cubana de España, pero no iba contra los ciudadanos españoles residentes en Cuba, que fueron invitados a incorporase a la insurrección y, posteriormente, a la naciente república en la que se les dio acogida.
Fueron numerosos los miembros del ejército español que desertaron pasándose a las fuerzas mambises, principalmente los batallones de voluntarios. Se les ofreció quedarse en la isla como un cubano más. A algunos directamente se les pagó dinero si con ellos llevaban armamento. Otras veces, en un primer momento, fue forzado para quienes caían heridos, que prefirieron unirse a las tropas insurrectas antes de morir en una celda. Cualquiera que fuera el motivo, oficialmente, 2.182 españoles de la península lucharon en el ejército independentista, a quienes el naciente gobierno cubano les hizo entrega de una credencial de su participación, expresándoles su agradecimiento.
La independencia de Cuba no supuso para los españoles una ruptura abrupta de los lazos humanos, como había sucedido en otros países hispanoamericanos. Al finalizar la guerra, los trabajadores españoles eran muy necesarios en las industrias relacionadas con el azúcar, el ron o el tabaco. Tanto los residentes como los militares vencidos fueron invitados a quedarse. De hecho, no sólo muchos lo hicieron, sino que la emigración siguió aumentando, dada la situación de crisis económica que se vivía en la península. En realidad, lo sucedido en Cuba constituyó tanto una lucha por la independencia como una guerra civil.
José Martí Pérez
Coronel José Ximénez de Sandoval
Centro Gallego de La Habana. 1915
Centro Asturiano de La Habana. 1927