a
jueves 26 junio 2025
InicioIntrahistoriasKristina de Noruega, la Infanta de Castilla que llegó del frío

Kristina de Noruega, la Infanta de Castilla que llegó del frío

Intrahistorias

Más vistas

Kristina de Noruega, la Infanta de Castilla que llegó del frío

 

 

 

EN 1257 LA PRINCESA KRISTINA DE NORUEGA LLEGÓ A CASTILLA PARA CASARSE CON EL INFANTE FELIPE, SEÑOR DE VALDECORNEJA Y HERMANO DEL REY ALFONSO X EL SABIO

 

 

1.- La Historia de España que guardaba Noruega

2.- Sin noticias en el Real Academia de Historia

3.- Alfonso X el Sabio y Haakon IV de Noruega

4.- Kristina de Noruega

5.- Comienzo del viaje

6.- Travesía de Francia y Aragón

7.- Llegada a Castilla

8.- El matrimonio con Felipe de Castilla

9.- En la Corte de Sevilla

10.- La sepultura de Covarrubias

11.- La estatua y la capilla

12.- Un posible recuerdo de la Infanta en León

 

 

1.- LA HISTORIA DE ESPAÑA QUE GUARDABA NORUEGA

El día 30 de abril de 1856, Juan Guillermo de Bergman, embajador del rey Oscar I de Suecia en Madrid, dirigió una carta a la Real Academia Española de la Historia en la que le decía que el profesor Peter Andreas Munch, profesor de Historia de la Universidad de Cristianía (actual Oslo), en el transcurso de sus investigaciones escribiendo la Historia General de Suecia, había encontrado un documento en el que se relataba el enlace matrimonial de la princesa Kristina de Suecia con el infante don Felipe, hermano del rey Alfonso X de Castilla, cuya existencia se ignoraba.

Pedía que se le diera información acerca de la vida de la Princesa en España. En consecuencia, el director, don Pedro José Pidal, encargó un informe a los académicos don Pedro José Pisal y don Pascual Gayangos, que finalizaron antes de un mes, remitiéndoselo al profesor Munch.

Éste, por su parte, les había enviado la historia escrita por Sturla Tordson, sobrino de Snorri Sturluson, célebre noble islandés historiador de la corte noruega, que relata minuciosamente cuanto llamaba la atención de quienes acompañaba a la Princesa en su itinerario y lo que aconteció cada año de su vida posterior, destacando su veracidad y la exactitud de la cronología de los hechos, superior a la Crónica de Alfonso X, que sin duda consigue recurriendo al diario de uno de los miembros de la comitiva noruega.

En realidad, Munch se mostraba molesto porque juzgaba que no eran los historiadores noruegos quienes debían contar a los españoles su propia Historia, sino éstos a los noruegos. Y se preguntaba: “¿No sería posible encontrar en los archivos de España, sobre todo en el de Simancas, los documentos en cuestión? ¿Es que no hay ningún investigador español que sepa o cuente lo que dicen los anales de la princesa Kristina que murió en 1262? ¿No podría España proporcionar a los historiadores de Noruega lo que les falta, actas públicas, documentos…? Si existieran, nosotros mismos estaríamos dispuesto a ir a España para realizar las copias”. La carta de Juan Guillermo de Bergman iba acompañada por la del profesor Munch en francés y la historia del islandés Sturla Tordson en latín.

 

2.- SIN NOTICIAS EN LA REAL ACADEMIA DE HISTORIA

En respuesta a la carta del embajador sueco, los académicos Antonio Sánchez Moguel y Pascual Gayangos informaron:

“No es fácil hallar documentos auténticos relativos al matrimonio de la princesa Doña Cristina de Noruega con el infante Don Felipe, hermano de Don Alfonso el Sabio. Solamente hemos hallado algunas noticias relativas a este suceso en las memorias que escribió el Marqués de Mondéjar, acerca del reinado del referido Don Alfonso el décimo…

Se ignora dónde está enterrada Doña Cristina, aunque Francisco de Berganza en su obra Antigüedades de España (1721) sospecha que lo fue en Covarrubias, por un sepulcro de mármol bien labrado que las gentes de aquella tierra atribuyen a un Rey de Dinamarca. Esta conjetura de Berganza, parece tanto más probable cuanto Don Felipe fue algunos años abad y bienhechor de Covarrubias…

No se han hallado ni las capitulaciones matrimoniales, ni ningún documento público, ni menos privilegios o escrituras firmadas por Don Felipe y su esposa; pero habiendo éste sido Señor de Valdecorneja y de las villas de Piedrahita, el Barco y otras, quizá se halle en sus Archivos municipales alguna carta de exención o franqueza de las que los señores solían otorgar a sus vasallos”.

Al informe de estas dos autoridades académicas hay que añadir el de Antonio Ballesteros y Beretta, el cual escribió: “La carta del profesor Munch y el relato del noble islandés Sturla Tordsson son de sumo interés. El texto escandinavo da a conocer los detalles del viaje de la princesa noruega desde los dominios de Haakon hasta España”. Y el historiador Juan Pérez de Guzmán y Gallo escribe: “Desgraciadamente, los escritores que se han ocupado después en España de aquel tiempo no han sido más felices en el descubrimiento de otras fuentes de ilustración”.

 

3.- ALFONSO X EL SABIO Y HAAKON IV DE NORUEGA

Fernando III el Santo y su hijo Alfonso X el Sabio eran de distinto talante. El primero, tras heredar las coronas de León y de Castilla, se lanzó a la reconquista de tierras en manos de los musulmanes. Sin embargo, el segundo estaba más interesado en Europa. Una vez completada la obra de su padre con las conquistas de los reinos de Murcia y Sevilla y dejar a los musulmanes, prácticamente reducidos al reino de Granada, pretendió el título de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, amparándose en que su madre era la alemana Beatriz de Suabia, hija del emperador Federico II de Hohenstaufen, fallecido en 1250. Pero, el rey Alfonso necesitaba el apoyo de otras monarquías. Europa era un tablero de ajedrez y pensó en una alianza con el rey Haakon IV de Noruega.

Por su parte, al monarca noruego también le favorecía esa alianza porque estaba en guerra con Dinamarca, que obstaculizaba todas las relaciones económicas y políticas con el resto de Europa. Necesitaba tener acceso a la ciudad alemana de Lübeck para abastecerse de cereales a un precio más razonable que el que tenía que pagar en Inglaterra.

En 1255, el monarca noruego envió varios mensajeros a Castilla, encabezados por el sacerdote Elías, para explorar un posible acuerdo con Alfonso X. Regresaron a su país con una delegación castellana que llevaba una propuesta de acuerdo. Estos mensajeros tuvieron que quedarse hasta la primavera en Tonsberg hasta el retorno del rey Haakon de Bergen para saber opinión del obispo de Oslo.

Por tanto, en el año 1256 tuvieron lugar los primeros contactos entre los embajadores de ambos países. El acuerdo quedaría formalmente firmado mediante el matrimonio concertado entre la hija del rey noruego, Kristina Haakonsdater, y uno de entre cuatro hermanos del castellano a elección de la princesa.

 

4.- KRISTINA DE NORUEGA

Para llevar adelante su plan, Alfonso X se valió de su consejero y notario de la Corte Sira Ferrant, que mantenía buenas relaciones con el obispo noruego Peter de Hamar, por haber estudiado ambos Teología en La Sorbona de París. Ferrant encabezó la expedición que se trasladó a Noruega para pedir la mano de Kristina. Por su parte, Hamar encabezó el cortejo que la llevaría a Castilla. Resultaba un hecho fuera de lo común ver en tierras castellanas a una princesa vikinga, de veintitrés años, que llegaba para escoger marido de entre cuatro pretendientes, después de conocerlos personalmente, algo inusitado. Y que procedía del helado norte, de gentes de las que sólo se sabía de sus incursiones para el saqueo en Galicia, con una ganada mala fama.

Fue castellanizada como Cristina de Noruega. Pero su nombre propio era Kristina Haakonsdater, hija de los reyes Haakon IV de Noruega, Haakon Haakonsson, y Margarita Skulesdatter. Tenía veintitrés años y había nacido en la población noruega de Bergen. Era rubia, alta y con largas trenzas. Aún se conservan los restos del castillo de Tunsberghus en lo alto del monte Slottsfjell, el principal monumento de Tongsberg, donde se hallaba la corte noruega.

 

5.- COMIENZO DEL VIAJE

El viaje de la princesa Kristina desde Noruega a Castilla tuvo lugar en el año 1257. Conocemos sus pormenores gracias a la Saga de Hákon Hákonsson, escrita por el islandés Sturla Tordsson en 1265. Esta relación es considerada como la más exacta de todos los acontecimientos reales de la corte noruega. Su autor también escribió la conocida Saga Islandesa y varias historias de los reyes noruegos. (La saga es un género literario bajomedieval islandés y escandinavo).

La expedición partió desde Tongsberg, la ciudad vikinga más antigua, cerca de Oslo, en un drakar, una embarcación de grandes proporciones movida por unos cincuenta remeros, que tenía dos camarotes, una para la princesa y otro para Sira Ferrant que se mareaba y tenía que ir echado. El barco portaba una amplia comitiva para acompañar a la princesa, integrada por el embajador noruego, Loddinn Leppur, el obispo Peter de Hamar, el dominico predicador padre Simón, nobles, sabios de la corte, ayudas de cámara y un centenar de soldados que se encargaban de cuidar un rico cargamento de oro, pieles y otros objetos valiosos que constituían el ajuar y la dote de la princesa.

La nave llegó al puerto inglés de Yarmouth, en el condado de Norfolk, para abastecerse. El rey Haakon era aliado del rey Enrique III de Inglaterra, aunque con relaciones comerciales conflictivas. Allí, les aconsejaron que no se dirigieran a la península ibérica por mar hasta el Golfo de Vizcaya por la existencia de piratas. Por ello, optaron por desviarse de la ruta prevista. Desde Birminghan llegaron a Normandía para atravesar Francia a caballo hasta el Condado de Barcelona, en tierras del Reino de Aragón.

 

6.- TRAVESÍA DE FRANCIA Y ARAGÓN

Después de cruzar el Canal de la Mancha, la expedición arribó al puerto de Le Havre, donde permaneció hasta tener noticias de los caballeros Ferrando y Thorleif, que se desplazaron en caballo hasta París para entrevistarse con el rey Luis IX y preparar el paso de la princesa por Francia hasta tierras catalanas. Entretanto, la tropa compró setenta caballos para continuar el trayecto

Según las indicaciones del Rey francés, que les proporcionó un guía con una carta sellada, la legación noruega se abstuvo de pasar por Gascuña, donde el monarca tenía varios conflictos abiertos, y se dirigió a Narbona, a orillas del Mar de Jerusalén (el Mediterráneo) donde tuvieron un gran recibimiento. Franquearon los Pirineos y se adentraron en el Reino de Aragón.

Cuando el Conde de Gerona supo que se acercaba la comitiva noruega, salió a su encuentro acompañado por el obispo y trescientos soldados para proporcionarles hospedaje. De camino a Barcelona les salió al encuentro el rey Jaime I con tres obispos y un gran séquito. El monarca era suegro de Rey castellano, por estar casado con su hija Violante de Aragón. Tras ofrecer un caluroso recibimiento a la princesa, la condujo hasta Barcelona teniendo la deferencia de llevar con su mano la brida del caballo.

El aragonés ofreció una fiesta en honor de la princesa Kristina y, según las crónicas, prendado por la belleza de su pelo rubio y ojos azules, la pretendió en matrimonio, lo que ella rechazó, pues su misión era de carácter político, la alianza entre Castilla y Noruega. Tras dos días de festejos, la princesa partió hacia Castilla, recibiendo a su paso honores en todas las localidades.

 

7.- LLEGADA A CASTILLA

La princesa entró en tierras castellanas el 22 de diciembre de 1257. Pasando por la Laguna Negra enfermó ligeramente sin que le impidiera continuar. En Soria, los miembros de la realeza y la nobleza estuvieron a la altura de las aragonesas en cuanto a agasajos a la joven Kristina. La recepción estuvo a cargo del adolescente Luis de Castilla, el hermano menor del rey Alfonso X, y por el obispo de Astorga, Pedro Fernández.

Estando próximas las Navidades, el Rey decidió que las celebrara en el monasterio de Las Huelgas de Burgos con su hermana Berenguela. Allí pasaron la Nochebuena y oyeron misa. La princesa regaló un cáliz a Berenguela, y ésta le correspondió con siete sillas de montar y un dosel profusamente adornado para su entrada en la ciudad de Palencia.

Después de varios días de descanso, el Rey interrumpió las Cortes que celebraba en Valladolid para ir a su encuentro y acompañarla con su ejército hasta Valladolid, ciudad de residencia de la familia real, en la que entraron a caballo, llevando el Rey la brida del de Kristina. El 4 de enero de 1958 entraron en Valladolid siendo recibida con grandes muestras de afecto por los nobles, el clero y el pueblo.

Una vez en Valladolid, Alfonso le presentó a sus cuatro hermanos a la princesa, informándola del carácter y condiciones de cada uno de ellos:

Fadrique era el mayor. Contaba todas las cualidades de un buen caballero. Pero, las heridas de guerra le habían dejado un labio leporino.

Enrique, que era el mejor jinete de ellos, quedó fuera de la elección porque se había sublevado contra su padre.

Sancho era administrador de la diócesis de Toledo, a la espera de ser nombrado arzobispo de Toledo. De él dijo el Rey que era “hombre bueno y digno”.

Y Felipe, el quinto de los hijos varones del Rey, de 26 años de edad, fue finalmente el elegido a primera vista por la princesa Kristina, a los dos días de su llegada a Valladolid. Era de constitución fuerte y de carácter noble. Además, en 1244 había realizado estudios en La Sorbona de Paris.

No obstante, antes el Rey Sabio tuvo que atender la propuesta de matrimonio que le había llegado de su suegro el rey de Aragón. Pero la tuvo que rechazar porque, consultados los consejeros noruegos, estos se opusieron porque habían visto al aragonés ya muy entrado en años.

 

8.- EL MATRIMONIO CON FELIPE DE CASTILLA

Alfonso X había destinado a Felipe para la clerecía, pero no era esa su naturaleza. Le gustaba la caza, la lucha con animales salvajes y, sobre todo, las mujeres, aunque estas cualidades no le impedían comportarse como un noble mejor que sus hermanos y que fuera bueno para el estudio de la Historia, la Geografía y la Teología.

Su padre le puso con una canonjía bajo la tutoría de Rodrigo Ximénez de Rada, arzobispo de Toledo, quien le nombró canónigo con tan solo doce años, y también de don Juan, abad de Valladolid y Santander, obispo de Osma, luego, de Burgos y canciller de Castilla. Pocos años después, el cabildo de Valladolid le envió a Paris para que asistiera a las clases que impartía San Alberto Magno, con compañeros como Santo Tomás de Aquino y San Buenaventura. A su regreso de Francia, el Rey quiso que fuera nombrado obispo de Osma, en Soria, pero por su corta edad el Papa Inocencia IV lo impidió.

Cuando cumplió veinte años, el Rey consiguió que la Iglesia le nombrara abad de la colegiata de San Cosme y San Damián de Covarrubias, en Burgos, para posteriormente hacerle arzobispo de Sevilla, tras la conquista de esta plaza a los musulmanes. Pero pronto demostró que no quería serlo, ni tenía cualidades para ello. Por ello, nunca recibió las ordenes sagradas. Felipe efectuó un segundo viaje a París y a su regreso manifestó al Rey que no le interesaban los cargos eclesiásticos.

En cuanto fue elegido por Kristina, el Rey le permitió que volviera a la condición de seglar, que de hecho nunca había dejado. Los esponsales se hicieron con prontitud. Felipe y Kristina se comprometieron el 6 de febrero, Miércoles de Ceniza. La noruega añadió la petición de que se construyera una iglesia en honor a San Olav, rey noruego que cristianizó aquellas tierras nórdicas, al que tenía gran devoción. El 31 de marzo de 1258, domingo, se celebró la boda en la Colegiata de Santa María de Valladolid, cuyos restos se conservan en el Museo Diocesano de la Catedral, sobre los que se construyó la catedral.

El cortejo real noruego regresó a sus tierras en otoño. Contaron al rey Haakon cómo había sido el recibimiento de los castellanos deshaciéndose en elogios hacia el rey Alfonso, quien les había proporcionado 800 marcos de plata pura y cuanto necesitaron para efectuar el retorno. Les hizo saber que, en casos de guerra, ofrecía todo su apoyo al noruego, excluyendo a Francia, Noruega y Aragón. Haakon respondió de la misma manera, exceptuando a Dinamarca, Suecia e Inglaterra.

Según la Crónica de Alfonso X, éste concedió numerosos recursos a su hermano Felipe para vivir, como la martiniega, un tributo que los súbditos pagaban al día de San Martín, otro para los que cultivaban las posesiones de la Corona, la judería y todos los impuestos de la ciudad de Ávila. Además, le dejó como un feudo el Señorío de Valdecorneja, creado por Alfonso VI de León, que incluía las poblaciones de El Barco de Ávila, Piedrahita, La Horcajada, El Mirón y Bohoyo.

 

9.- EN LA CORTE DE SEVILLA

Una vez celebrado el matrimonio, los esposos partieron para Sevilla donde estaba asentaba la Corte tras la reconquista de la ciudad a los musulmanes. Se establecieron el palacio almohade de Biorraguel (Bib al-Ragel), en el actual barrio de San Lorenzo, intramuros de la ciudad, propiedad de Fadrique, hermano de Felipe que ya había vivido en él.

El régimen de vida de la princesa era de inclaustración, al estilo de los antiguos moradores de Sevilla. Solamente salía para acudir a misa a la cercana iglesia de San Lorenzo, donde había una imagen de la Virgen de Rocamador que Felipe había llevado desde París. Apenas veía a su marido, que siendo tan aficionado a la caza, podía hallarse en cualquier lugar del reino.

Kristina echaba de menos su tierra natal, las verdes montañas, la nieve, y no se adaptó al clima asfixiante de Sevilla. Y, por otra parte, apenas podía comunicarse con quienes la rodeaban porque no entendía el idioma, mientras que observaba que todos hablaban de ella por su aspecto nórdico que les resultaba extravagante.

En esas condiciones su vida se podía presumir corta. A los 28 años de edad y a los cuatro años de llegar a Sevilla, murió sin descendencia. Las leyendas populares dijeron que murió de amor. Pero, más bien fue debido al asfixiante calor sevillano, a la prolongada reclusión y a ciertas fiebres que le aquejaron. No pudo ver cumplida la promesa de su marido de construir una capilla en honor a San Olav.

Felipe vivió doce años más que ella y se casó dos veces, con Inés de Guevara y Leonor Rodríguez de Castro, hija del señor de Castrojeriz, con la que tuvo dos hijos. Está enterrado con ella en la iglesia templaria de Santa María la Blanca de la localidad palentina de Villalcázar de Sirga, en el Camino Santiago, próxima a Carrión de los Condes. Su sarcófago fue ornamentado con los emblemas de la Orden del Temple.

 

10.- LA SEPULTURA DE COVARRUBIAS

El cuerpo de la infanta Kristina fue llevado a la colegiata de San Cosme y San Damián de la localidad burgalesa de Covarrubias, de la que Felipe había sido abad. Sus restos se depositaron en un sarcófago de piedra caliza adornado con hojas de parra talladas, situado en un rincón del claustro. El sepulcro de la joven quedó olvidado durante siete siglos.

Así hasta 1958 en que, por iniciativa del abad, Rufino Vargas Blanco, se procede a una restauración del claustro de la colegiata. El maestro de obras Sáez de Lorenzo abrió la sepultura y encontró un cadáver momificado con el pelo rubio, uñas rosadas y dientes blancos. Medía 1,70, algo extraño para las mujeres españolas del siglo XIII y los ropajes delataban que se trataba de una dama de la alta nobleza.

Además, encontró un pergamino con versos y una fórmula magistral para aliviar el dolor de oídos: “Para el dolor de las orejas toma la yerba asensio, e cueslo en una olla. E fuere bien cocho pon la oreja sobre el baho de la olla e sanaras e ten la cabeza cobierta. E si te royere las orejas toma el asensio e mesclalo con la piel de buey e pon lo dentro e sanaras. E si has dolor dentro en las orejas xugo del ajo e del xugo de la lancerlata e ponlo en las orejas e sanaras”. De ello se deduce que la infanta falleció por una infección de los oídos que algunos identifican como un síntoma de meningitis.

Durante muchos años el abad se interesó por la princesa noruega, que podría estar enterrada en su iglesia. En 1967, logró por fin la prueba de que ese sarcófago de piedra esteatita labrada que se hallaba en el claustro, era el ataúd de Kristina. En 1967, el padre Vargas fue a Tonsberg a dar una conferencia sobre su feliz hallazgo, obsequiando al Ayuntamiento de aquella ciudad con un trozo de seda roja procedente la mortaja de la princesa.

 

11.- LA ESTATUA Y LA CAPILLA

En 1978, las localidades Covarrubias y Tonsberg, lugar de la antigua residencia real noruega, se hermanaron. Por este motivo, la Casa Real Noruega regaló al municipio burgalés una estatua de la princesa elaborada por la escultora Brit Soresen, esposa del ilustrador Hans Gerhard, hoy expuesta en el jardín exterior de la colegiata. Junto a la tumba de la Kristina pusieron una campana, siguiendo la costumbre noruega por la que las jóvenes que la hacen sonar encuentran pareja en un año.

Aún quedaba pendiente la promesa de Felipe a su esposa acerca de la construcción de una capilla en honor a San Olav, patrón y “rey perenne” de Noruega, que portó su corona entre los años 1025 y 1028. En 1992 se creó la Fundación Princesa Kristina de Noruega, patrocinada por los reyes de Noruega, Harald V y su esposa Sonia con el fin de colaborar con España en iniciativas culturales conjuntas.

Una de ellas fue la construcción de la capilla inaugurada el 18 de setiembre de 2011 en el llamado Valle de los Lobos, en el camino entre las localidades de Covarrubias y Hortigüela. Se trata de un proyecto de los arquitectos Pablo López Aguado y Jorge González Gallego, que diseñaron un templo vanguardista o futurista combinando la madera con láminas de acero para dar la apariencia de una embarcación vikinga.

 

12.- UN POSIBLE RECUERDO DE LA INFANTA EN LEÓN

El relato sobre la vida de Kristina de Noruega en España, en gran medida, ha sido posible gracias a la traducción parcial de la saga de Sturla Tordsson hecha por Vicente Almazán, filólogo y profesor de la Universidad de Wisconsin, titulada El viaje de la Princesa Cristina a Valladolid (1257-1258) según la Saga Islandesa del Rey Hákon, publicada en la revista Archivos Leoneses nº 73 de 1983, editada por el Archivo Histórico Diocesano de León.

¿Existe algún recuerdo de la Infanta? Vicente Almazán, que fue miembro del Comité de Expertos del Camino de Santiago, vio indicios de que Kristina de Noruega peregrinara a Santiago de Compostela a comienzos de 1258, un viaje obligado para los nobles de aquel tiempo, y pasara por León. En la Colegiata leonesa de San Isidoro existe una pieza vikinga única en su género. Se trata de una cajita cilíndrica calada, en perfecto estado, para guardar hierbas con un fin aromático. Está hecha de asta de reno, no de marfil como se creía antiguamente. Mide 44 milímetros de altura por 33 de diámetro y está datada en la segunda mitad del siglo X. Su origen es desconocido y se cree que debió pertenecer a la infanta Kristina, que acostumbraba a dejar algún valioso regalo allí donde se alojaba.

(Foto. Sepulcro de Kristina de Noruega. Covarrubias)

 

 

El rey Alfonso X el Sabio

 

La princesa Kristina parte del puerto de Tongsberg

 

 

Torre de don Fadrique. Sevilla

 

Virgen de Rocamador. Sevilla

 

Sepulcro de la infanta Kristina de Noruega. Covarrubias

 

Sepulcro del infante Felipe de Castilla. Villalcázar de Sirga

 

Estatua de Kristina de Noruega. Covarrubias

 

Placa donada por la ciudad de Tongsberg

 

Capilla de San Olav. Covarrubias

 

Cajita aromática vikinga. Colegiata de San Isidoro, León (Rubén Silva)

 

Vicente Almazán. (Fundación Vicente Casares)

 

 

ÍNDICE DE TEMAS. ACCESO 

 

Compartir Con:
Califica este Artículo

fernandopema@hotmail.com

Sin comentarios

Lo sentimos, el formulario de comentarios está cerrado en este momento.