Federico de Onís, de Salamanca a Estados Unidos
FEDERICO DE ONÍS VIVIÓ UN AÑO EN LEÓN EMPLEADO EN EL CATASTRO. LAS DIFICULTADES PARA INVESTIGAR LE HICIERON EMIGRAR A ESTADOS UNIDOS
1.- Federico de Onís en el Catastro de León
2.- Los atribulados días de Federico de Onís
3.- Federico de Onís sopesa el traslado
4.- Catedrático en la Universidad de Oviedo
5.- Desavenencias con Miguel de Unamuno
6.- Federico de Onís y Ortega y Gasset
7.- Federico de Onís marcha a Estados Unidos
1.- FEDERICO DE ONÍS EN EL CATASTRO DE LEÓN
Después de que Federico de Onís se licenciara en Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca, donde fue discípulo de Miguel de Unamuno, se matriculó en la Universidad Central de Madrid para realizar el doctorado, bajo la dirección del filólogo e historiador Ramón Menéndez Pidal. Al mismo tiempo preparó oposiciones al Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos del Estado, al que también pertenecía el poeta Manuel Machado, que superó con éxito, obteniendo su primer destino en León en 1907.
El puesto que le correspondió fue el de archivero del Catastro del Ministerio de Hacienda en León, que no le atraía en absoluto. Era la antítesis de su verdadera vocación: la investigación filológica. E hizo lo indecible por abandonar aquel trabajo. La desazón y la sensación de pérdida de tiempo que sentía con ese empleo se desprendía de la correspondencia que mantuvo con Unamuno con la confianza de un familiar, porque su padre, José de Onís, era el bibliotecario de la Universidad salmantina.
El 21 de abril de dicho año, escribió una carta al Rector en la que le decía que la oficina le quitaba muchas horas para investigar. Y otra a Francisco Giner de los Ríos confesándole que sentía soledad y necesitaba a alguien con quien conversar. Ocupaba el tiempo examinando las inscripciones pétreas del museo local para elaborar la tesis sobre ellas, pero no encontró a nadie para intercambiar opiniones. Era una labor sórdida y a ciegas.
En otoño conoce a José Ortega y Gasset en Madrid, tras regresar éste de su estancia en Alemania. Pero, fue al año siguiente, en 1908, cuando traba una duradera amistad con él, con motivo de un viaje del filósofo a Salamanca. En sus conversaciones con Ortega, Onís afianzó la idea de que lo mejor era marchar al extranjero si quería conseguir las metas que se proponía.
2.- LOS ATRIBULADOS DÍAS DE FEDERICO DE ONÍS
En la mencionada carta a Unamuno, Onís le comentaba: “Todos estos días he salido de paseo, solo, porque aquí nadie pasea (acostumbrado a los paseos diarios con el Rector por la carretera de Zamora), y han sido las mejores horas del día. Subiendo a unas colinas bastante altas que hay cerca de León se divisan dos valles inmensos, cortados por las montañas. Y es muy hermoso estar sentado allá arriba. Ahora vuelvo de allí, y vengo muy preocupado por mis cosas.
He tenido noticias de Madrid respecto a las pensiones para el extranjero y, según ellas, eso va para muy largo. No debo estar en León más que el tiempo que tarde en hacer el discurso del doctorado, que versará sobre las inscripciones romanas de este museo, que estará terminado dentro de un mes. Terminado el discurso y aprobado en Madrid, yo no debo estar más en León.
Yo no sabía lo que era un archivo de Hacienda, pero ahora resulta que hay que trabajar más de lo que yo pensaba, y luego, un tipo de trabajo puramente oficinesco, una cosa desagradable. Y además, son de una gran sujeción. Vamos, está uno en condiciones muy semejantes a las de un empleado de Hacienda…”. Y. continuaba su larga carta con asuntos locales: “Aquí andamos también de elecciones. El Obispo ha presentado un candidato integrista en contra de Azcárate, y la cosa anda por lo visto un poco seria…”
3.- FEDERICO DE ONÍS SOPESA EL TRASLADO
Apenas han pasado algunos días y, antes de recibir contestación, Onís vuelve a escribir a Unamuno: “Hoy es domingo, y tengo todo el día libre, no trabajo nada. Pero está un tiempo imposible y no puedo salir al campo. Y estando aquí encerrado, ninguna ocupación me es tan grata como escribir a usted… Ahora me encuentro aquí con grandes dificultades para el discurso del doctorado. En primer lugar, se ha publicado ya un estudio sobre estas inscripciones por el Padre Fita y, en segundo lugar, se me ponen aquí toda clase de dificultades. El director del Instituto, arqueólogo de León, tiene acaparado esto y no me proporciona el menor dato de los que yo no puedo alcanzar de ninguna manera. Tiene él varias obras en proyecto de publicación respecto a los descubrimientos de aquí, y a nadie le deja que se meta a trabajar en este campo. No sé qué hacer. Ahora estoy trabajando un traslado que resuelva esta situación. Procuraré ir a un sitio que responda a mis necesidades, y si no, a Salamanca…”
El 4 de diciembre de 1907, Miguel de Unamuno expone a Federico de Onís su parecer respecto a la idea de irse de León: “Yo me alegraré mucho que te trasladen acá, y sé que cumplirás y serás útil. Pero no debo ocultarte que lo de no estar en León me parece mal, aunque allí no hicieras nada de provecho. Es cuestión de ética social. Y no sirve presentarse como excepción. Cristo que vino a abolir la circuncisión judaica fue circuncidado. Tu huida de León me ha parecido mal. Las cosas se ponen de tal modo que lo primero es dar ejemplo de disciplina social…”. A pesar de la opinión de Unamuno, Onís pidió el traslado de su puesto de archivero del Catastro a Oviedo.
4.- CATEDRÁTICO EN LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO
Antes, ya había conseguido el grado de Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Central de Madrid, y seguiría colaborando en las investigaciones del Centro de Estudios Históricos. Pero, finalmente, tuvo que cambiar el objeto de su tesis. Dejó el estudio de las inscripciones romanas por otro que había realizado en paralelo sobre la evolución de la lengua leonesa.
En la correspondencia con Unamuno le mostraba sus dudas, como ésta relacionada con los componentes del habla de Salamanca: “Unos comunes con todo el castellano popular, otros peculiares, que son los restos del dialecto leonés, del cual es en Salamanca, solo en parte, un subdialecto, el sayagués, ¿no es eso? Aquí, breve resumen de lo que fue el dialecto leonés, de esto estoy muy bien enterado, pues he estudiado todo lo que se ha hecho al respecto…”. A lo que Unamuno le respondía: “No te empeñes en hacer una obra demasiado perfecta en tu discurso. Ya lo revisaré y daré instrucciones y nuevas notas… Aquí hay tres regiones, la del cerrar, la del candar y la del pechar”.
En 1909, la Universidad de Oviedo le admitió como profesor auxiliar interino de Lengua y Literatura Española de la Facultad de Letras, que compatibilizó con una beca de la Junta de Ampliación de Estudios para estudiar las variantes lingüísticas del leonés.
Dos años más tarde, ganó la cátedra en la Universidad ovetense compatibilizándola con otros puestos en Madrid, como el de agregado en el Centro de Estudios Históricos con don Ramón Menéndez Pidal y el de jefe de Estudios de la Residencia de Estudiantes, regida por Alberto Jiménez Fraud, que se guiaba por las ideas krausistas de Francisco Giner de los Ríos. Cuatro años después, le conceden el traslado a la Universidad de Salamanca.
5.- DESAVENENCIAS CON MIGUEL DE UNAMUNO
En 1895, Unamuno había escrito la obra En torno al Casticismo, en la que abogaba por la modernización de España a través de un proceso de europeización. Pero, a partir del Desastre de Cuba de 1898, cambia de opinión. Escribe una carta privada a Azorín atacando a los europeístas, que éste ve muy aprovechable y termina publicándola en ABC el 15 de setiembre de 1909. Su contenido era una clara alusión al joven filósofo José Ortega y Gasset escrita con beligerancia, que sintiéndose aludido, le condujo a un distanciamiento con el Rector. La misma reacción tuvo Federico de Onís.
Se trataba de un desencuentro de carácter ideológico sobre el planteamiento de qué hacer para la recuperación moral de España en el contexto internacional. En realidad, era un conflicto generacional entre los jóvenes del 14 y sus antecesores del 98. Sin embargo, a pesar de las diferencias, siempre imperó el respeto y la consideración entre todos ellos, un ejemplo a seguir que cayó en saco roto entre las generaciones posteriores.
Unamuno no dejó de aconsejar a su discípulo Federico de Onís durante toda su carrera. La estrecha relación que tuvo con Ramón Menéndez Pidal, decisiva para su futuro, fue gracias a la carta de presentación que le entregó su maestro, así como otras para Marcelino Menéndez Pelayo, Francisco Giner de los Ríos, Bernardo González de Candamo… Y le dijo que frecuentara lugares como el Ateneo de Madrid.
6.- FEDERICO DE ONÍS Y ORTEGA Y GASSET
La amistad de Federico de Onís con José Ortega y Gasset se acrecienta con el discurso que el primero pronunció en la Universidad de Oviedo el día 1 de octubre de 1912, con motivo de la apertura del curso académico, en el que señalaba: «Lo extranjero es lo que separa a cada uno de los pueblos modernos: lo europeo, es decir, la cultura moderna es lo que nos une. Por tanto, el objetivo debe ser unir España con Europa».
Onís puso mucho interés en que sus palabras tuvieran la mayor difusión y, de hecho, el día 15 de ese mes, Azorín lo reproducía en el diario La Vanguardia añadiendo: «El internacionalismo parece que va a ser el carácter de la nueva era que se está abriendo en la historia de la humanidad». Aquel discurso se correspondía con la conferencia dada por Ortega en marzo de 1910 en la sociedad El Sitio de Bilbao.
Onís se incorporó a la Liga de Educación Política, promovida por Ortega y Gasset, que el filósofo había presentado en el Teatro de la Comedia el 23 de marzo de 1914, pronunciando la conferencia Vieja y Nueva Política, en cuya redacción también colaboró Salvador de Madariaga. Aquel acto supuso el nacimiento de la Generación del 14, que daba por periclitada la del 98. Y también colabora con la revista España de Ortega, junto a destacadas personalidades de la cultura, como Fernando de los Ríos, Antonio Machado, Luis Araquistaín, Ramón del Valle-Inclán… y Miguel de Unamuno, lo que muestra que la ruptura que se producía con los planteamientos del Rector en la prensa era de carácter retórico.
El contacto de Federico de Onís con Unamuno fue constante y supo mantener el equilibrio con el maestro, a pesar de que no compartiera muchos de sus postulados, ni sus ideas renovadoras de la sociedad y la política. Algo similar podría decirse respecto de José Ortega y Gasset. Su hermano Eduardo fue el fiel compañero de Unamuno durante los cinco años que permanecieron en el exilio en Francia. De todo ello da fe la correspondencia que guardan la Casa Museo de Unamuno de Salamanca y la Fundación Ortega-Marañón de Madrid.
7.- FEDERICO DE ONÍS MARCHA A ESTADOS UNIDOS
En 1916, Federico de Onís publicó el trabajo Fueros Leoneses en colaboración con Américo Castro. Antes, había recibido un galardón de la Real Academia Española por su obra La Lengua de Salamanca en la Edad Media.
Era mucho el reconocimiento y los merecimientos que Onís había cosechado y, en ese año, fue invitado por la Universidad de Columbia en Nueva York como profesor de Literatura Española, en el Departamento de Lenguas Romances, a propuesta de don Ramón Menéndez Pidal y el apoyo de Archer Milton Huntington, fundador de la Hispanic Society of America, de la que más tarde Onís sería miembro.
Allí fundó el Instituto de las Españas en 1920, cuyo fin era coordinar las relaciones culturales entre España, Hispanoamérica y Estados Unidos, y el de programar y dirigir a los profesores hispanistas que enseñaban Literatura Española e Hispanoamericana en Estados Unidos.
En 1926, la Universidad de Puerto Rico solicitó su colaboración para crear el Departamento de Estudios Hispánicos. También dirigió en aquella isla caribeña la Revista de Estudios Hispánicos y la Revista Hispánica Moderna.
En los años treinta el Instituto de las Españas fue refugio de investigadores y escritores españoles, como Ramón Menéndez Pidal, Américo Castro, Salvador de Madariaga, María de Maeztu, Fernando de los Ríos, Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas o Jorge Guillén.
En 1954, Onís alcanza la jubilación en la Universidad de Columbia y se establece en Puerto Rico para dirigir el departamento que él mismo había puesto en marcha. Durante un año se traslada a Cuba para desempeñar el mismo cometido en el Instituto de Estudios Hispánicos en la Universidad Central de las Villas de La Habana. Y tras su retorno a Puerto Rico, funda el Instituto de Estudios Hispánicos que hoy se denomina Seminario Federico de Onís. El resto de su vida, Onís estuvo dedicado a difundir el hispanismo por el continente americano, impartiendo conferencias por Argentina, Chile, Uruguay, Costa Rica, Brasil…
(Foto. Biblioteca Butler. Universidad de Columbia)

Federico de Onís

Miguel de Unamuno con sus discípulos Federico de Onís y Licinio Perdigón (CMU)

José Ortega y Gasset. Fotografiado por Federico de Onís. Residencia de Estudiantes 1914 (RE)

