Los Onís, una familia salmantina con varios siglos de Historia
EL PERIODISTA NICOLÁS DORADO DE LAS HERAS DEJÓ ESCRITAS UNA NOTAS SOBRE EL PASADO DE LA FAMILIA SALMANTINA ONÍS Y SU INFLUENCIA EN LA HISTORIA ESPAÑOLA
1.- Nicolás Dorado de las Heras
2.- Cantalapiedra
3.- Rusia
4.- Alemania
5.- Estados Unidos
6.- La Carolina
1.- NICOLÁS DORADO DE LAS HERAS
Nicolás Dorado de las Heras había nacido en Castrillo de don Juan (Palencia), junto al río Esgueva, el punto donde se encuentran las provincias de Burgos, Valladolid y Palencia, y tiene a gala pertenecer a la zona donde se habla un mejor castellano.
Dorado firmaba crónicas sobre caza bajo el pseudónimo “El Guarda Mayor”, un segundo Miguel Delibes. En 1971 asume la dirección del periódico La Gaceta Regional desde su anterior puesto de redactor jefe. Después del gran Enrique de Sena, fue el director de periódico que más empatizó con la provincia de Salamanca. La recorrió de norte a sur describiendo la historia, el paisaje y el modo de vida de sus gentes. Durante diez años permaneció en ese cargo, hasta que el 30 de octubre de 1981 falleció en accidente de tráfico en una de esas carreteras provinciales.
Le gustaba tomar contacto con los habitantes de los pueblos y anotaba cuanto oía. Resultado de ello son estas líneas escritas a vuelapluma que escuchó a don Carlos de Onís en la localidad salmantina de Cantalapiedra.
2.- CANTALAPIEDRA
“Venir a Cantalapiedra y no hablar de los Onís es como perder el viaje. Oído, lector, que de las muchas cosas que nos contó don Carlos de Onís hemos recogido las siguientes:
La familia Onís tiene su solar original en Asturias, en el pueblo de Onís, que hoy se llama también Bedia, donde hasta principios del siglo actual se conservaba la torre de Villoria de los Onises.
En el archivo Onís de Salamanca, en poder de don Carlos de Onís, se conservan testamentos y documentos genealógicos de muchos individuos de la familia Onís. Los más numerosos fueron a establecerse a Pontevedra, y de aquí arrancan los que fueron a establecerse a Valladolid y Cantalapiedra a principios del siglo XVII. Estas dos ramas del linaje Onís tienen su origen directo en Juan de Onís, regidor de Pontevedra en el último tercio del siglo XVI.
Un hijo de su primera esposa (tuvo cuatro), llamado Ventura vino a Valladolid, y un hijo de éste, llamado Ambrosio, fue gran señor, protector de poetas y literatos, que pasó su vida entre Valladolid y Madrid, formando parte de la Corte. En 1680 le fue expedido el título de conde de Olivares del Duero.
En el Archivo de Simancas y en el municipal de Valladolid se encuentra bastante documentación sobre este don Ambrosio y otros Onises de Valladolid. Los descendientes de esta rama viven actualmente, en 1971, en Madrid. Su primer apellido es Colmenares, y ostentan otros títulos, el de conde de Polentinos y conde de Cancelada, a más del condado de Olivares.
Un hijo de la cuarta esposa de don Juan de Onís, fue el primero que vino a Cantalapiedra a finales del siglo XVI o principios del XVII. No hay muchos datos en el Archivo Onís sobre este segundón. Es probable que fuera médico u hombre de leyes, pues en los documentos se le denomina licenciado Andrés de Onís. Si esto fue así, que es lo más seguro, la labranza de las tierras le ayudaría e incrementaría los ingresos de su profesión. En todo caso, es seguro que sus descendientes siguieron viviendo en Cantalapiedra como hidalgos campesinos, dedicados a la labranza de sus tierras, mientras enviaban a sus hijos a estudiar a la Universidad de Salamanca.
Ya a mediados del siglo XVIII destacan dos de estos universitarios salmantinos, los hermanos José y Raimundo de Onís López y González, colegiales de Carvajal, citado por don Bernardo Dorado en su Historia de Salamanca, quienes, terminados sus estudios humanísticos y jurídicos en la Universidad, pasan a Madrid a servir en la diplomacia. Es sabido que el equipo diplomático de Carlos III, entonces reinante, era uno de los mejores de Europa. No lo integraban los figurones de la alta nobleza, como ocurrió frecuentemente bajo los Austrias, hombres ilustres sólo por sus apellidos, por la gloria heredada de sus antepasados, sino hombres competentes, de cuidada formación universitaria, como correspondía al ilustrado rey Carlos III.
A estos dos hermanos y a otro más llamado Joaquín, que siguió viviendo siempre entre Cantalapiedra y Salamanca, les fue expedida en 1783 Carta de Hidalguía o Certificación de Armas por la Real Chancillería de Valladolid, equivalente a un refrendo basado en la documentación procedente de la Torre de Villoria del concejo de Onís y de la ejecutoria de don Ambrosio de Onís, conde de Olivares de Duero.
En el archivo municipal de Salamanca se encuentran desde hace pocos años, en las Cartas de Hidalguía o Ejecutoria de Nobleza de don Raimundo y don Joaquín de Onís, preciosos libros miniados en pergamino. La Ejecutoria de don José de Onís, hermano mayor de éstos, se encuentra en la Universidad de Puerto Rico, por donación de don Federico de Onís, catedrático de la Universidad de Salamanca, Columbia de Nueva York y Puerto Rico. Es interesante anotar que esta Carta de Hidalguía la adquirió en la Ciudad de México Mr. Archer Huntington, el fundador de la Hispanic Society de Nueva York, para regalársela a don Federico de Onís. Se sabe que pagó por ella al anticuario 500 dólares, pero se ignora cómo fue a dar a México.
La casa de los Onises en Cantalapiedra no es un palacio, sino un caserón solariego en el que aún quedan algunos muebles y pinturas de la época de esplendor de la familia. También campea un escudo en la fachada. El archivo, como antes se ha dicho, se custodia en Salamanca por el descendiente directo don Carlos de Onís.
3.- RUSIA
Destacaremos algunos de los principales miembros de la familia a lo largo del tiempo. Don José de Onís López y González destacó brillantemente en la diplomacia española del último tercio del siglo XVIII. Durante muchos años sirvió en puestos relevantes representando a España en Europa Central para, finalmente, ser designado embajador en Rusia ante Catalina II la Grande en 1790. Casó ya muy maduro con su sobrina doña María Manuela de Onís González-Vara, hija de su hermano menor don Joaquín. Y fue esta señora la que en uno de los viajes que hizo con su esposo escribió el famoso Diario del Viaje de Cantalapiedra a San Petersburgo en 1792, a principios de agosto. La embajada duró hasta 1796. Don José murió en Salamanca en 1816. No dejaron descendencia, pero sí una gran fortuna.
El hermano menor, don Joaquín vivió siempre en Cantalapiedra y Salamanca. Casó con doña Narcisa González Vara, de Rasueros, en Ávila. Fue Caballero de la Orden de Carlos III, y casi toda su vida, alcalde por el Estado Noble de la villa de Cantalapiedra.
4.- ALEMANIA
Del mayor, don Luis (1762-1827) descienden todos los miembros actuales de la familia Onís, residentes unos en Salamanca, otros en Madrid y otros en América. Después de Estudiar Leyes en la Universidad de Salamanca, pasó don Luis a la legación española en Dresde, Sajonia, donde su tío ocupaba el cargo de ministro de España. Allí permaneció varios años formándose en las tareas diplomáticas, y allí se casó con doña Federica Mercklein Grell. A principios del siglo XIX regresó a España a las órdenes directas del conde de Floridablanca, ya en el reinado de Carlos IV. En 1808. Es don Luis uno de los miembros del séquito de Fernando VII en el famoso viaje de la familia real a Bayona, que fue atraída allí engañosamente por Napoleón. Acompañó don Luis al secretario de Estado don Pedro de Ceballos Guerra, y forman el grupo de aquel desdichado viaje otros diplomáticos y palatinos.
En Bayona, como es sabido, Napoleón exigió a Fernando VII la renuncia de la Corona. Éste pidió parecer a varios miembros de su sequito. En la votación consiguiente hubo disparidad de opiniones: don Luis, al igual que los demás diplomáticos de la Secretaría de Estado, emitió su voto por escrito, manifestando que en modo alguno podía ni debía el Rey renunciar a la Corona Este voto dio lugar a que fuera puesto preso en el castillo de Bayona por orden de Napoleón. Pero al poco tiempo logró evadirse, regresando a España, mientras el rey Fernando era llevado a Valençay, al castillo del príncipe de Talleyrand. Una vez en España, don Luis se puso a las órdenes de la Junta Suprema Central Gubernativa del Reino, que presidia el conde de Floridablanca.
5.- ESTADOS UNIDOS
En agosto de 1809 fue designado don Luis embajador en los Estados Unidos de América, en nombre del ausente rey don Fernando. Permaneció en Washington hasta 1819, en cuya fecha firmó con el secretario de Estado norteamericano John Quincy Adams el Tratado de Adams-Onís, o de las Floridas, por el que España cedió el territorio de las Floridas, obteniendo a cambio compensaciones económicas y la fijación de fronteras entre Estados Unidos y los territorios de dominio español en Texas, Nuevo México, California, etc. Todo el inmenso Oeste y el Suroeste que don Luis logró preservar para España, y que hoy constituyen los actuales estados de California, Texas, Nuevo México, Arizona, Nevada y parte de Oregón, y que en el dramático proceso histórico apenas 30 años después, en 1848, México independiente ya, hubo de perder en una guerra relámpago con los Estados unidos, que terminó con el famoso tratado de Guadalupe-Hidalgo.
De los hermanos menores de don Luis, ya enumerados más arriba, don José Narciso fue marino y murió en la batalla de Trafalgar en 1805, cuando era intérprete de la escuadra conjunta hispano-francesa. No fue mal momento el suyo de morir junto a Churruca, Gravina y Nelson. Estuvo casado con una gaditana, doña Elvira Navarro Pinillos, también de familia marinera, y tuvo de ella una única hija, Carolina, que andando el tiempo casaría en 1816 con su primo Mauricio Carlos de Onís Mercklein, hijo de don Luis.
La otra hermana de don Luis, María del Pilar, casó con el diplomático don Manuel González Salmón, perteneciente al bando retrógrado o absolutista, quien después de ocupar diversos cargos en el extranjero propios de su carrera, fue nombrado secretario de Estado en el último periodo absolutista de Fernando VII, la que los liberales llamaron “ominosa década”. Murió En Madrid en 1832, cuando aún ocupaba dicho puesto. El hecho de que González Simón fuese absolutista y su cuñado don Luis fuese liberal moderado y constitucionalista, no estorbó a las buenas relaciones familiares que ambos mantuvieron durante toda su vida.
De su matrimonio con doña Federica von Mercklein Grell tuvo don Luis de Onís tres hijos: Mauricio Carlos, Narcisa y Clementina. Mauricio Carlos, nacido en Dresde en 1790 y fallecido en Madrid en 1863, siguió la carrera diplomática de su padre y ascendientes, ocupando cargo en las embajadas españolas de Londres, Paris y Berlín.
En 1816 regreso a España para casarse con su prima Carolina, la única hija del marino don José Narciso. A partir de 1833, bajo el régimen constitucional de la reina gobernadora Cristina, interviene don Mauricio Carlos en política nacional, siendo en muchas legislaturas senador por la provincia de Salamanca y presidente del Senado, tomando en calidad de tal juramente a la reina Isabel II de la Constitución en su acelerada mayoría de edad. En este reinado fue en dos ocasiones ministro de Estado.
Su hermana, Narcisa de Onís Mercklein fue llevada a Washington por sus padres, y allí se casó en 1817 con don José de Heredia y Bejines de los Ríos, marqués de Villanueva de las Torres, secretario de la embajada y hermano de don Narciso de Heredia, conde de Ofalia, presidente del Consejo de Ministros bajo Fernando VII.
6.- LA CAROLINA
El hijo mayor de don Mauricio Carlos y de su esposa doña Carolina fue don Federico de Onís y Onís (Madrid, 1817- Cantalapiedra, 1886), quien después de licenciarse en Derecho en la Universidad de Madrid, se casó con doña Bárbara López Santander, hija de don Francisco López Olavarrieta, que fue, con Alcalá Galiano y el duque de Rivas, uno de los fundadores del Ateneo de Madrid. Don Federico se retiró a vivir a Cantalapiedra, dedicándose a cultivar la finca La Carolina, antiguo despoblado de Mollorido, donde Cervantes hace nacer a Cortadillo, como reconoce don Francisco Rodríguez Marín según la primera redacción de Rinconete y Cortadillo.
En esta finca de La Carolina, se dedicó don Federico a las tareas agrícolas. Hombre muy entendido en arboricultura y floricultura, trajo de Francia jardineros que, bajo su dirección, crearon un gran vivero comercial de toda suerte de plantas que surtió a Salamanca (La Alamedilla), Valladolid (el Campo Grande), Palencia, Ciudad Rodrigo, etc. De este vivero salió la sequoia que hoy se yergue en medio del claustro de la Universidad de Salamanca, y que don Federico regaló a la misma, siendo su hijo don José María de Onís bibliotecario en ella”.
(Foto. Escudo de los Onís en el caserón familiar de Cantalapiedra)
ARCHIVO DE LA FAMILIA ONÍS – ACCESO AL ARCHIVO
MOLLLORIDO Y LA FAMILIA ONÍS – LOS ONÍS EN CANTALAPIEDRA
‘DE SALAMANCA A SAN PETERSBURGO’
María del Pilar Cabildo Miranda es la autora del libro De Salamanca a San Petersburgo. Narra las observaciones en primera persona de Manuela de Onís en la corte rusa. En 1792, el rey Carlos IV nombra a José de Onís López y González jefe de la misión diplomática en Rusia, en tiempos de Catalina la Grande. Éste se había casado con su sobrina Manuela de Onís González-Vara, que da cuenta del viaje, de su estancia en la corte y del retorno en su Diario del Viaje de Cantalapiedra a San Petersburgo.
Doña Manuela de Onís nace en el seno de una familia de diplomáticos y es educada exclusivamente para conseguir un buen partido. Pero se ve envuelta en situaciones adversas y aparece una mujer fuerte que se adapta a ellas. Su vida atraviesa momentos históricos, como la Revolución francesa, la Guerra de la Independencia, o acontecimientos ocurridos en la corte de Catalina II de Rusia, donde permaneció durante cuatro años. Ella misma nos ofrece una visión profunda de la vida aristocrática y diplomática del siglo XVIII y sumerge al lector en una época de intrigas.