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La familia Bracamonte en Ávila y Peñaranda

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La familia Bracamonte en Ávila y Peñaranda

 

 

LOS BRACAMONTE FUERON PERSEGUIDOS POR CARLOS V Y FELIPE II

 

 

1.- Robin de Braquemont

2.- Diego de Bracamonte

3.- Peñaranda de Bracamonte  

4.- Ejecuciones de los Bracamonte.

5.- Don Gaspar de Bracamonte, Conde de Peñaranda  

6.- Pintura barroca italiana  

7.- Ducado de Osuna

 

 

 

1.- ROBIN DE BRAQUEMONT

Franceses castellanizados primero, castellanos afrancesados después, los Bracamonte representan un elemento fundamental de la sociedad de Ávila durante varios siglos. Defendieron la ciudad amurallada durante el absolutismo de los Austrias y fueron amantes del arte, legándonos numerosas obras del barroco europeo. Influyentes en la corona, perseguidos y ajusticiados, constituyen una familia enigmática y controvertida que siempre ha causado el interés de los investigadores.

Los historiadores dan el año 1365 como el más probable para la entrada en la península del mercenario normando Robin de Braquemont, integrando las Compañías Blancas que, bajo el mando del condotiero bretón Bertrand de Duglesclin, acuden a la llamada de Pedro IV de Aragón en su guerra contra Pedro I de Castilla. Esta circunstancia es aprovechada por el bastardo Enrique I de Trastámara para disputar a éste último la corona castellana, tras haberse hecho nombrar Rey a sí mismo y armado caballero en Burgos por Santiago Apóstol, una imagen con brazos móviles que daba el espaldarazo a quien no tuviera superior para dicha ceremonia.

Con la muerte a traición de Pedro I en 1369, el Trastámara agradeció a los franceses el apoyo recibido concediéndoles numerosos privilegios, por lo que le atribuyeron el sobrenombre de “el de las Mercedes”. Esta situación le valió a Braquemont, que ya ostentaba el título nobiliario aragonés de mosén, para asentarse en Castilla y formar parte de su entramado social. Así, se le ve de nuevo en tiempos de Juan I en 1387, junto a Alvar Pérez de Osorio, defendiendo la plaza de Benavente del sitio impuesto por el Duque de Lancaster y, en 1408, un hijo suyo del mismo nombre firma el tratado de amistad franco-español de Valladolid con Gerard de Puy, Guillaume de Montrevel y Pierre de Trussell. En 1402, fue el promotor económico de la conquista de las Islas Canarias para Enrique III prestando siete mil libras tornesas a su sobrino, el navegante normando Jean de Bethencourt, y consiguió que Fray Alonso de Barrameda, monje del convento de La Rábida, fuera nombrado primer obispo del archipiélago.

 

2.- DIEGO DE BRACAMONTE

El primer eslabón de los Braquemont, almirantes de Francia, en su proceso de castellanización, fue el regidor de Ávila Diego de Bracamonte, señor de Fuente el Sol. En esta ciudad tuvo lugar el establecimiento definitivo. Allí consta el testamento de doña María de Herrera, que encargó la construcción de una capilla junto a la actual plaza de Fuente el Sol, anexa a la muralla, donde fue colocado el crucero que se hallaban en dicho pueblo vallisoletano, y otorgó testamento en favor de Diego de Bracamonte y, posteriormente, de su hijo Mosén Rubí, de quien tomó el nombre.

A éste sucedió Álvaro Dávila, Mariscal de Castilla y camarero del futuro rey Fernando el Católico, casado con la hija de Mosén Rubí, que compró el palacio de los Bracamonte, un edificio situado frente a la capilla en la misma plaza, con elegante patio y columnas blasonadas, hoy propiedad de la Junta de Castilla y León. En la primera mitad del siglo XV, Álvaro Dávila fue nombrado primer Señor de Peñaranda, lugar de la Comunidad de Villa y Tierra de Ávila, a cuyo Obispado la populosa aljama de judíos que allí habitaba tributaba en 1479 la cantidad de ochocientos maravedíes anuales.

 

3.- PEÑARANDA DE BRACAMONTE

El carácter conservador de los Bracamonte les produjo constantes enfrentamientos con la Corona durante el periodo de los Austrias. El historiador José Belmonte Díaz considera que mantenían actitudes remotas que incurrían en la exageración y el ridículo, habiéndoseles criticado por su modo de vida, propio de los tiempos del Cid Campeador. Para Belmonte, la posterior unión de los Bracamonte con los Peñaranda implica la fusión de una nobleza urbana con un señorío rural.

El bejarano Francés de Zúñiga, cronista de Carlos V, dio el relato de lo que acaeció cuando la hermana del Rey, doña Catalina, pasó con su séquito por Peñaranda, camino de Portugal en enero de 1525, para contraer matrimonio con el rey don Juan, y el extraño recibimiento que le ofreció Juan de Bracamonte. Éste iba a caballo y con espuelas de acicate, acompañados por cuatro criados a la jineta con caperuza de paño azul, entre los que iba un paje de lanza con tahelí, una porra de armas y un almaizal ceñido. A un tiro de ballesta, todos arremetieron en turba dando grandes voces. Con el tropel de los caballos, las mulas se espantaron, cayendo la Reina en un charco y quedando la Marquesa que le asistía colgada de un pie de la angarilla. Muy enojado el embajador, don Jorge de Portugal, llamó al de Bracamonte “don Bracanada” y le amenazó con quitarle el mercado de Peñaranda del que su Casa obtenía sustanciosos ingresos de las gentes de la comarca.

 

4.- EJECUCIONES DE LOS BRACAMONTE

Los Bracamonte dieron realce a la política nacional en el siglo XVI. De entre ellos, salieron regidores de la ciudad de Ávila y procuradores en las Cortes de Castilla. En tiempos de Santa Teresa, su apellido era frecuente entre las monjas del convento de La Encarnación. Las sepulturas de sus ancestros se repartían entre la Catedral y el templo de San Vicente, iglesia con la categoría de iglesia juradera, al igual que Santa Gadea de Burgos y San Marcos de León.

Pero las diferencias con la Corona no cesaban. Cuando en 1522 Carlos V ordena la ejecución de varios nobles castellanos, promulgó una Real Cédula de Perdón, de la que expresamente quedó exceptuado Álvaro de Bracamonte, según el documento firmado en Valladolid que se encuentra en el Archivo de Simancas. Para Menéndez Pidal fue acusado de un delito político por incitar a la rebelión contra el Rey. Este abulense levantisco, que también ostentaba el señorío de Cespedosa de Tormes, fue enterrado en el Convento de San Francisco, donde más tarde terminaron los restos de los padres de Santa Teresa. Con la Desamortización, aquel convento quedó reducido a ruinas y convertido en un establo.

En 1592, un nuevo hecho luctuoso tuvo lugar en Ávila con motivo de la aprobación por las Cortes de un impuesto sobre el consumo para contribuir a los gastos militares de Felipe II. Don Diego de Bracamonte se negó a pagar dicho tributo, alegando que la nobleza estaba exenta por el Fuero de 1256 dado por Alfonso X. El Rey decretó el ajusticiamiento ejemplarizante del insumiso en la Plaza del Mercado Chico, quedando don Diego para la posteridad como un símbolo de la ciudad y del anti absolutismo castellano.

 

5.- DON GASPAR DE BRACAMONTE, CONDE DE PEÑARANDA

Con Felipe III, Ávila cae en una profunda depresión económica y los Bracamonte abandonan la ciudad. Mosén Rubí partirá para Madrid, donde fue regidor en 1599 y el apellido Rubí derivaría a Ruiz.  Otros fueron para su señorío de Peñaranda, entonces en la Tierra de Ávila. Esta localidad adquiere sus caracteres urbanos en el siglo XVII en torno a la persona de don Gaspar de Bracamonte y Guzmán, un segundón que heredó el condado peñarandino gracias al matrimonio con su sobrina María de Bracamonte y Dávila. Don Gaspar estudió en la Universidad de Salamanca, siendo colegial de San Bartolomé, hoy Palacio de Anaya. Su nombre aparece grabado con sangre de toro en un gran vítor del claustro del edificio antiguo de la Universidad.

Como protegido del Conde Duque de Olivares y miembro del Consejo de Castilla, intervino en nombre de Felipe IV en el Tratado de Westfalia y fue virrey de Nápoles, etapas magnificadas por los cronistas españoles, pero no así por los europeos, que incluyen al personaje en la leyenda negra, considerando que su actuación resultó nefasta para los intereses españoles en los Países Bajos. Más acerba fue la crítica de los italianos hacia los virreyes que, según ellos, se dedicaron al expolio de Nápoles y Sicilia. Tan sólo Benedetto Croce ha visto un aspecto positivo en la presencia española, la evitación de una invasión musulmana.

 

6.- PINTURA BARROCA ITALIANA

Cuando don Gaspar llega a Nápoles ya había fallecido el pintor español José de Ribera, pero había dejado una prolífica escuela encabezada por Lucas Jordán, que en su primera etapa siguió las líneas del maestro: el realismo tenebrista, el dramatismo de los trazos, figuras iluminadas sobre fondo negro y la evolución de las tinieblas a la luz, de lo oscuro a lo claro. Muchos de sus cuadros fueron traídos a España por el virrey y se encuentran en el convento de las Carmelitas de Peñaranda, que fue construido mediante las gestiones del regidor de Ávila, Juan Aguirre. La pinacoteca es única y de incalculable valor. Enaltece al templo, junto a otras piezas de Guido Reni, Andrea Vaccaro y Lázaro Baldi. Algunas de ellas son conocidas, pero en su mayoría, que suman más de un centenar entre las diferentes escuelas de Maratta, Tizziano y Rubens, han estado apiladas en los interiores. A ellas se unen bronces, esculturas, miniaturas, un potencial museo ignorado en el corazón de Castilla.

La importancia de estos cuadros de Lucas Jordán, también llamado “Luca fa presto” por la rapidez con que pintaba, radica en el hecho de que, cuando se desplaza a España reclamado por Carlos II, cambia totalmente de estilo. Será el pintor de las luminosas apoteosis barrocas de El Escorial, de los enormes frisos de sus galerías, de la grandiosidad de las bóvedas del Real Monasterio y del Casón del Buen Retiro. Por ello, el legado que dejó don Gaspar en Peñaranda es esencial para el estudio de la pintura europea en ese siglo.

Aún se conserva un retrato suyo de grandes dimensiones con una inscripción que menciona todos los títulos que poseía. Se trata de una copia del original, firmado por el pintor Antonio Martínez, que era propiedad del canario Imeldo Serís-Granier y Blanco, Marqués de Villasegura y que hoy se halla en la Universidad de La Laguna (Tenerife). En el pie de dicho cuadro se lee: “El Excmo. Señor y príncipe don Gaspar de Bracamonte y Guzmán. Conde de Peñaranda. Colegial de San Bartolomé de la Universidad de Salamanca, del Consejo Real de Castilla. Y Cámara de Felipe IV el Grande. Presidente de Indias de la Orden de Calatrava. Comendador de Daimiel. Plenipotente e España en el Congreso grande de Munster. Embajador de la Majestad Católica a la elección de Emperador. Virrey de Nápoles y Gobernador de este Reino. Fundador de este convento de Carmelitas Descalzas de Peñaranda. Falleció a catorce de diciembre de 1676. Yace su cuerpo en el claustro de este convento junto a las religiosas. Si más distinción en su sepulcro que una lápida con rótulo”.

 

7.- DUCADO DE OSUNA

El linaje de los Bracamonte se pierde con el devenir de los tiempos. En 1602, el rey Felipe III concede a don Álvaro de Bracamonte y Dávila el título de Conde de Peñaranda de Bracamonte y, en 1642, Felipe IV otorga el de Marqués de Fuente el Sol en favor de don Juan Bautista de Bracamonte y Dávila. Finalmente, en 1952, una disposición de la Jefatura del Estado autoriza al Ducado de Osuna a la sucesión en el Condado de Peñaranda de Bracamonte.

(Foto portada.  Palacio de Bracamonte. Ávila)

 

 

Don Gaspar de Bracamonte

 

Convento de las Carmelitas de Peñaranda  –  MUSEO

 

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