El polémico estilo literario de Santa Teresa
TERESA DE JESUS ESCRIBÍA COMO HABLABA Y ESO CAUSÓ NUMEROSAS CRÍTICAS EN MUNDO DE LAS LETRAS. PERO TAMBIÉN TUVO SUS DEFENSORES
1.- El estilo literario de Santa Teresa.
2.- Fernando Aguilar y Álvarez
3.- José Sánchez Rojas
4.- Participación de Sánchez Rojas en la obra teresiana.
1.- EL ESTILO LITERARIO DE SANTA TERESA
Incluida en la nómina de los escritores del Renacimiento, el estilo literario de Santa Teresa siempre ha sido objeto de controversia. Según Ramón Menéndez Pidal, el principio renacentista “escribo como hablo” imperaba en la prosa de la Santa de Ávila, que adoptaba una expresión descuidada. Escribía con la llaneza del pueblo llano. A pesar de que en su juventud fue una apasionada lectora de libros de caballerías y de doctas obras religiosas, en sus escritos no se observa la menor influencia de ellos.
Dentro del más estricto ámbito literario, al margen del contenido místico, la crítica especializada ha encasillado a Teresa de Jesús en la incorrección por sus errores sintácticos y vulgarismos léxicos, que han atribuido a la rapidez con que escribía, a su improvisación y a que no releía lo que acababa de escribir. La Santa tuvo sus detractores y defensores, entre éstos, los escritores Fernando Aguilar y Álvarez y José Sánchez Rojas.
2.- FERNANDO AGUILAR Y ÁLVAREZ
Fernando Aguilar y Álvarez, director del semanario La Locomotora de Béjar, publicó en 1882 la obra Santa Teresa de Jesús como Escritora, una disertación histórico-crítica presentada en el certamen de Ávila conmemorativo del tercer centenario de la muerte de la Santa. En ella daba relación de los hombres de letras que han alabado su elocuente pluma. Entre ellos, menciona a Fray Luis de León y al jesuita Francisco de Ribera.
Recuerda que el maestro Fray Luis de León dirige a las Madres priora Ana de Jesús y religiosas carmelitas descalzas del Monasterio de Madrid una carta con párrafos brillantes como el siguiente: “En la alteza de las cosas que trata y en la delicadeza y calidad con que las trata, excede a muchos ingenios, y en la forma del decir y en la pureza y facilidad del estilo y en la gracia y buena compostura de las palabras y una elegancia desafectada que deleita en extremo. Dudo yo que haya en nuestra lengua escritura que con ellos se iguale”.
Por su parte, el doctor jesuita Francisco de Ribera, expresa, su opinión en estos términos: “Todos estos libros escribió ocupada en muchos negocios y teniendo grandísima falta de tiempo, y muchas veces también de salud, que parece era imposible poderlo hacer; pero fue posible porque poniéndose a escribir se le ofrecía tanto que decir, que no tenía que detenerse en pensar, si no darse prisa a escribir: como lo da claramente a entender en muchas partes de ellos, y particularmente, al fin del Camino de Perfección dice: yo me doy por bien pagada del trabajo que he tenido en escribir, que no por cierto en pensar lo que he dicho”.
Recientemente, José Antonio Sánchez Paso ha escrito una excelente biografía del desconocido Fernando Aguilar y Álvarez, miembro de la Asociación de Amigos del País, que tenía su librería e imprenta en el local de Portales de Pizarro 45 de Béjar, donde posteriormente también se estableció el publicista José María Blázquez de Pedro.
3.- JOSÉ SÁNCHEZ ROJAS
Más nombrado es José Sánchez Rojas, que ingresa en 1900 en la Universidad de Salamanca, donde alcanza el doctorado en Derecho, y se traslada a Bolonia para estudiar leyes. En Italia se introduce a fondo en la literatura de aquel país y llegará a poseer un exhaustivo conocimiento de los autores clásicos, de los que realizará buenas traducciones del italiano, idioma que dominará a la perfección, y facilitará las relaciones entre Unamuno y el filósofo Benedetto Croce. A su vuelta, marcha a Madrid donde frecuenta ambientes republicanos, llegando a formar parte de una candidatura en las elecciones por el distrito de Peñaranda de Bracamonte, sin que alcance el escaño a pesar de sus numerosos mítines combatiendo el caciquismo endémico.
Ejerce como articulista y crítico literario en periódicos y revistas, como Mundo Gráfico, defendiendo a capa y espada la estilística de Santa Teresa en contra de quienes la consideraban tosca y prosaica. A sus adversarios les refuta: “Quisiera ser como ella, espontánea, natural. Nadie dice mejor las cosas que Santa Teresa. Dice lo que quiere y como quiere. No le detiene nunca el artículo literario, ni la preocupación de estilo, ni la afectada elegancia de aquel entonces. Escribe para sus monjitas, y como sus monjitas son sencillas, escribe sencillamente.
Sus libros dan la impresión de una plática. Parece que se le está oyendo su jovialidad, su llaneza, su gravedad simpática cuando trata de asuntos espirituales. Su punzante ironía, ironía mansa y alegre de mujer castellana, trasciende, aparece al exterior de sus relatos. La lengua es la corriente, la que habla el vulgo de las plazuelas, ventas y mesones. Rica en modismos y giros populares, apta para toda suerte de expresiones. Le da tal riqueza de tonos, de matices, que el letrado se espanta y aturde ante abundancia tan colmada.
¿Incorrecta? Sí, es incorrecta la Santa, como lo era Cervantes, como era incorrecto ese pasmo que se llama La Celestina, como son incorrectos los juglares anónimos de nuestro sabroso y fresco romancero. Mas, incoherencia expresiva y donaire es soltura, naturalidad y elegancia. La incorrección no es decaimiento y flojedad, sino una prontitud de ingenio y ausencia de afectación. Las Moradas, El Camino de la Perfección, Las Fundaciones, La Vida, sus versos y las cartas son el testimonio más elocuente, el mejor vestigio del lenguaje hablado, de la manera popular de decir del siglo XVI. No hay valla que no salte la naturalidad de la Santa, sabe estar siempre gráfica y graciosa.
Es una mujer inteligente y despierta con la cultura, que en su rango y clase tienen las mujeres de entonces. Adivina las cosas mejor que saberlas, lo intuye todo. Es una mujer animosa que padece, sufre, viaja, funda conventos, charla con gente soez en los mesones y encuentra por toda vianda en un lugarejo unos higos secos para reponer el cuerpo fatigado”.
4.- PARTICIPACIÓN DE SÁNCHEZ ROJAS EN LA OBRA TERESIANA
La obra del polígrafo de Alba de Tormes sobre la Santa de Ávila se inicia en 1911 con las colaboraciones que escribe para la revista La Basílica Teresiana, cuyo fin era levantar en dicha localidad salmantina la iglesia que Teresa de Jesús merecía. El 1914 es secretario de los actos conmemorativos del III Centenario de su beatificación. Y con motivo de la canonización, escribirá numerosos artículos en la prensa madrileña. Más tarde, realizaría hermosas páginas sobre la Santa en su libro Paisajes y Cosas de Castilla, publicado con carácter póstumo, tras morir el 31 de diciembre de 1931, dejando numerosos artículos que fueron apareciendo en diversas rotativas nacionales.
(Foto portada. Santa Teresa escritora por Pieter Paul Rubens)
Fernando Aguilar y Álvarez
José Sánchez Rojas