Francisco Machado, el tercer poeta
EN LA HISTORIA DE LA LITERATURA, ANTONIO MACHADO BRILLA CON LUZ PROPIA, MANUEL MACHADO QUEDA AL TRASLUZ, Y A FRANCISCO MACHADO POCOS LE RECUERDAN
1.- El entorno familiar de Francisco Machado
2.- La carrera penitenciaria
3.- La República y la Guerra Civil
4.- La evacuación de Madrid de los Machado
5.- Francisco Machado en la posguerra
6.- El reloj y el relojero
1.- EL ENTORNO FAMILIAR DE FRANCISCO MACHADO
El Archivo Histórico Provincial de León se halla en el antiguo castillo adosado a la muralla de la ciudad. Antes, había sido prisión desde 1862 hasta 1965. En 1939 el régimen franquista llevó allí a los presos políticos, después de que se cerrara el campo de concentración del convento de San Marcos. Es un lugar que atrae al curioso de la Historia. Y curioseando, salta la curiosidad. Francisco Machado Ruiz, hermano de Manuel y de Antonio Machado, fue director de la prisión desde noviembre de 1929 hasta enero de 1931, e igualmente, poeta como ellos, aunque en menor medida. Según Gerardo Diego, era “el más modesto de los tres hermanos líricos”.
Sus padres fueron el folclorista Antonio Machado Álvarez, conocido como Demófilo, y Ana Ruiz Hernández, que vivían en un piso bajo del palacio de las Dueñas, de la Casa de Alba, en Sevilla. Tuvieron nueve hijos de los que sobrevivieron cinco: Manuel, Antonio, José, Joaquín y Francisco. La familia tuvo que trasladarse a Madrid, porque el abuelo, el médico darwinista Antonio Machado Núñez, fue nombrado catedrático de la Universidad Central de Madrid. En la capital nació Francisco.
A pesar de su relación con el mundo educativo convencional, la formación cultural de Manuel y Antonio tuvo lugar en la Institución Libre de Enseñanza, donde su padre era profesor, hasta que ingresaron en los institutos San Isidro y Cardenal Cisneros. Por un corto plazo, Francisco trabajó en el Matadero de Madrid y, con veinticuatro años, entró en la Administración carcelaria como vigilante penitenciario en la prisión de Falset (Tarragona), aunque siguió los estudios hasta licenciarse en Derecho en 1910.
2.- LA CARRERA PENITENCIARIA
Al año siguiente aprueba las oposiciones de ayudante en el cuerpo de Prisiones y le adjudican como primer destino la Prisión Celular de Madrid. Pasa por los centros penitenciarios de Ocaña, Figueras y Puerto de Santa María, donde se casó con Mercedes Martínez y nació su hija Mercedes. Pero sigue formándose. Se matricula en la Escuela de Criminología, donde le inculcan las teorías del regeneracionismo y de la reinserción de los presos, siguiendo las teorías de Concepción Arenal, y tuvo como profesores al doctor Luis Simarro, partidario de la introducción de la Psiquiatría en el Derecho, y al pedagogo librepensador Manuel Bartolomé Cossío.
Además, Francisco Machado se siente atraído por la trayectoria de sus hermanos Manuel y Antonio, por la poesía. En 1915, desde Puerto de Santa María, escribe varias cartas a Miguel de Unamuno pidiéndole consejo, pues pretendía seguir el camino de sus hermanos, y le envía algunos versos inspirados por la Gran Guerra que asolaba Europa: “¡Qué triste contemplar en la montaña, / el bajo mundo de la infértil tierra, / y el tremolar de la voraz guadaña, / sobre los yermos campos de la guerra!».
También publica artículos profesionales en la revista Progreso Penitenciario en los que pedía la mejora de los edificios, la implantación del trabajo como medio cultural, ocupacional y de redención de penas, así como la abolición de los métodos violentos por parte de los funcionarios de prisiones, para los que también pide mejoras laborales.
Es trasladado al penal de Cartagena, cuando en él se lahhaban encarcelados a los dirigentes de la huelga general de ese año, entre ellos, Julián Besteiro, Daniel Anguiano y Andrés Saborit. El ambiente era muy conflictivo y pidió ayuda a su hermano Antonio Machado para que intentara su traslado a otro destino, a ser posible, Toledo, donde había la vacante más próxima a Madrid. Antonio Machado escribió una carta con la petición al filósofo José Ortega y Gasset. Y éste se la trasladó a su hermano Eduardo Ortega y Gasset, importante político que compartió exilio en Francia con Miguel de Unamuno. Como resultado de estas gestiones, Francisco Machado fue ascendido a subdirector de prisiones para acceder a la plaza de Toledo.
En la capital castellanomanchega dio rienda suelta a su vocación poética, publicando su obra Leyendas Toledanas, en la que versifica esas historias populares, un poemario que obtuvo un resultado exitoso y fue publicada una segunda edición después de la guerra civil. No hace muchos años, en 2005, el periodista Enrique Sánchez Lubián recuperó la figura de Francisco Machado en su obra El reloj de la cárcel. Poesías y leyendas toledanas de Francisco Machado.
Apenas publicó sus Leyendas, Machado fue enviado a la Prisión Celular de Barcelona, pero a los pocos días fue nombrado director de la prisión de León. Aquí, en 1930, es donde escribe su poema más conocido El Reloj de la Cárcel, con influencias de Soledades de Antonio Machado: “Hay una luz redonda / en la plaza desierta, / el reloj de la Cárcel / con su campana vieja / sus tañidos al viento / toda la plaza llenan…”.
Posteriormente, pasó a Alicante para desempeñar el cargo de director del Reformatorio de Adultos. Aquí recibe la noticia de la proclamación de la República. Y, en 1933, pasa a ser director de la Prisión de Mujeres de Madrid, donde en 1936 le sorprendió la Guerra Civil y fue designado jefe de negociado de la Dirección General de Prisiones.
3.- LA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL
Tras la proclamación de la República todos los hermanos de Francisco residían en Madrid, constituyendo una familia muy unida. Antonio consiguió una cátedra de Francés y pudo dejar Segovia para vivir en la capital con su madre y su hermano José, que era pintor, profesor en el Ministerio de Instrucción Pública y en la Residencia de Estudiantes, después de haber cursado en la Escuela Superior de Bellas Artes. Manuel era director de la Hemeroteca y del Archivo municipal de Madrid. Y Joaquín, funcionario del Ministerio de Trabajo. Pero, la Guerra Civil les separó definitivamente.
Cuando la guerra comenzó, Manuel y su esposa Eulalia Cáceres se hallaban en Burgos visitando a Carmen, hermana de ésta, religiosa de la orden de las Esclavas del Sagrado Corazón, como todos los años por la festividad del Carmen, hospedándose en la Pensión Filomena. A finales del verano, Manuel fue detenido por una denuncia de Mariano Daranas, corresponsal de ABC en París, donde se hallaba porque previamente lo había sido del diario católico El Debate, nombrado por su director, Ángel Herrera Oria, más tarde cardenal. Pasó varios días en la cárcel, siendo testigo de la violencia de aquellos momentos. Pero ya no pudo regresar a Madrid hasta el final de la guerra.
4.- LA EVACUACIÓN DE MADRID DE LOS MACHADO
Ante la proximidad a Madrid de las tropas sublevadas, la Alianza de Intelectuales, trasladó a un gran número de ellos a zonas más seguras. Los poetas Rafael Alberti y León Felipe acudieron a la casa de Antonio Machado para decirle que se marchara a Valencia, a lo que él se resistió. Accedió a la segunda vez que se lo pidieron, a condición de que con él también fueran su madre y el resto de la familia. Francisco les acompañó hasta la ciudad del Turia.
Los Machado fueron alojados en un chalet de la localidad de Rocafort. Más tarde, aumentando el peligro, se desplazaron a Barcelona, siendo hospedados por unos días en el Hotel Majestic, luego, en una casa de campo, donde permanecieron hasta comienzos de 1939, cuando cruzaron la frontera francesa. En la huida les ayudaron los escritores Corpus Barga, que terminó exiliado en México, y Tomás Navarro Torre, que llegó a Estados Unidos y fue profesor de la Universidad de Columbia con el salmantino Federico de Onís. Llegaron en tren hasta Colliure (Francia). Allí les acogieron en el Hotel Bougnol-Quintana hasta que llegara ayuda, una ayuda que nunca llegó.
Antonio Machado murió el 22 de febrero de aquel año, y su madre tres días después, a los 63 y 84 años de edad respectivamente. Con una autorización especial, Manuel llegó a Colliure con su esposa. Pero, ya hacía varios días que Antonio y su madre habían sido enterrados en el cementerio. Los dos días que estuvieron allí los pasaron junto a la tumba que una señora les había cedido, acompañados por su hermano José, que había presenciado con gran dolor lo sucedido.
Por su parte, los otros dos hermanos, Joaquín y Francisco fueron primeramente trasladados con sus familias a Valencia, siguiendo al gobierno por su condición de funcionarios. Más tarde, llevados a Francia en camiones militares a través de Le Perthus. Y, respecto a las seis hijas que tenían José y Joaquín, tres cada uno, el mismo Antonio Machado se había encargado antes de morir de que sus sobrinas fueran evacuadas a Rusia.
José y Joaquín, junto a sus esposas se rencontraron en el pueblo de Meurville en el departamento de Aube. Allí tomaron la decisión más dura, la del exilio definitivo, acogiéndose al programa promovido por el poeta Pablo Neruda, a través del gobierno chileno, para transportar a republicanos españoles hasta su país. Así, fueron embarcados en el vapor Formosa, en el que llegaron a Buenos Aires, y de ahí a Santiago de Chile, donde compartieron una casa y se quedaron a vivir hasta el final de sus vidas.
En cuanto a Francisco y su esposa Mercedes, que también tenían otras tres hijas, se negaron a que éstas marcharan a Rusia y los cinco se quedaron en Francia varios meses viendo el transcurso de la guerra y la posibilidad de volver a España, lo que así hizo gracias a las gestiones de su hermano Manuel, que les acogió a todos en la casa que poseía en Madrid en el número 15 de la calle Churruca.
5.- FRANCISCO MACHADO EN LA POSGUERRA
El 28 de marzo de 1939 entraron las tropas nacionales en Madrid, lo que suponía la finalización de la Guerra Civil. Manuel Machado recuperó sus anteriores cargos en la capital. Pero su hermano Francisco lo tuvo más complicado, porque el Ministerio de Justicia había dictado una resolución dándole de baja en el escalafón del Cuerpo de Prisiones por abandono de sus funciones y haber huido al extranjero con el ejército republicano.
El día 1 de mayo, Francisco Machado se presentó voluntariamente a las nuevas autoridades de Prisiones, quienes tras deliberación de la Comisión Clasificadora, consideraron que estaba exento de responsabilidades por haber mantenido siempre una conducta intachable en su trabajo y no tomar parte en hechos delictivos durante la guerra. De esta forma, fue nombrado director de la prisión de Amorebieta (Vizcaya)
Sin embargo, las autoridades penitenciarias se lo pensaron dos veces. En setiembre de 1940, un decreto gubernamental insidioso retiraba del servicio a aquellos funcionarios que no reunieran condiciones adecuadas de salud, estimando que Francisco Machado padecía un síndrome de somnolencia y debería jubilarse. Éste lo rechazó alegando que se encontraba perfectamente y sus superiores le declararon excedente forzoso. No obstante, recurrió esa decisión y un tribunal médico dictaminó que Machado se hallaba apto para el trabajo y le reincorporaron en su puesto de director de prisiones limitado a labores administrativas.
Francisco Machado murió el 5 de enero de 1950 en Madrid. Antes, había entregado a su hija Leonor una maleta con manuscritos de sus hermanos Manuel y Antonio. En los años anteriores se había volcado en la literatura, publicando numerosas poesías en la prensa con las que ganó el elogio de quienes le trataron.
Tuvo una gran vocación literaria que compartía con sus hermanos poetas y fue colaborador de publicaciones como Los Lunes del Imparcial, Nuevo Mundo, La Correspondencia de España o El Castellano. El doctor y escritor José Álvarez-Sierra alabó sus poesías diciendo que “las obligaciones de su carrera dejaron sus versos en una zona de penumbra”. Algo similar manifestó Gerardo Diego, para quien Francisco Machado “había sido el más modesto de los Machado”. Y para Francisco Villaespesa, amigo de tertulias en Madrid, fue “una persona aficionada a los chistes, frases ocurrentes y comentarios irónicos llenos de ingenio”. Todos le denominaban cariñosamente Machadito.
6.- EL RELOJ Y EL RELOJERO
El reloj al que se refiere Francisco Machado en su más famoso poema es el aún existente sobre la puerta de la antigua cárcel, en la plaza de Puerta del Castillo de León, hoy Archivo Histórico Provincial, en el barrio de Santa Marina. Su autor era Antonio Canseco, natural del pueblo leonés de Rabanal del Camino, que lo construyó en 1885. Dicho relojero, que tenía el establecimiento principal en la calle Mayor 55 de Madrid y en otras de la capital, dejó su obra por todo el país.
Hay relojes suyos en lugares tan emblemáticos como la catedral de Madrid, el Palacio Real, el monasterio de El Escorial, el hospital militar Gómez Ulla de Madrid, incluso, los capuchinos le llevaron a Jerusalén para que pusiera uno en el Santo Sepulcro. El secreto de su éxito consistió en que patentó su modelo como Sistema Canseco para España y Francia. A este país se desplazaba a la comarca de Morbier, de gran tradición relojera, donde compraba determinadas piezas de la maquinaria que adaptaba a sus relojes.
El novelista Benito Pérez Galdós le mencionó en su novela Misericordia por un gran reloj de autómatas conocido en Madrid como Los Chinos, que tenía dos figuras de tamaño natural que daban las horas. Pero también instaló relojes en muchos pueblos de toda la geografía española. Como ejemplo, uno de ellos fue el del Ayuntamiento de Macotera, en Salamanca, de 1889, por el que la corporación pagó a Canseco 2.875 pesetas.
León fue siempre tierra de grandes relojeros. No podemos olvidar a José Rodríguez Losada, nacido en la pequeña localidad de Iruela, que en 1886 donó a la villa de Madrid el actual reloj de la Puerta del Sol. Tenía su establecimiento en el número 105 de Regent Street, la calle más señorial de Londres, y arregló varias veces el reloj de la torre del Parlamento británico.
(Foto. Antigua cárcel de León)

Los hermanos Manuel y Antonio Machado

Los padres de los poetas Machado

Francisco Machado

Patio de la antigua cárcel de León

Francisco Machado con sus tres hijas

Francisco Machado, Machadito

Antigua cárcel de León

Regent Street desde Piccadilly. Londres

