Cuando a Miguel de Unamuno le tocó el Gordo de Navidad
EN LA NAVIDAD DEL AÑO 1924 A UNAMUNO LE TOCÓ EL GORDO EN LA LOTERÍA. UNOS DECÍAN QUE ERA UNA MANIOBRA DEL EMPRESARIO HORACIO ECHEVARRIETA; OTROS, QUE POR ORDEN DEL REY. LA IMAGINACIÓN DEL PUEBLO SE DESBORDÓ EN ESPECULACIONES
1.- La Nochebuena de 1924 en París
2.- El magnate Horacio Echevarrieta
3.- La mano de Echevarrieta
4.- El Registrador de la Propiedad de Salamanca
5.- Extrañeza en la prensa
6.- Se dijo que el Rey estaba detrás de la Lotería
1.- LA NOCHEBUENA DE 1924 EN PARÍS
“No sería la última vez que Mateo Hernández disfrutara de la presencia de Unamuno, pues, en calidad de exiliado, éste llegó a Paris en 1924 procedente de su destierro en Fuerteventura. El Rector pasó la Nochebuena de aquel año en el estudio del escultor. Allí Francisco de Cossío le presentó al ilustre burgalés Regino Sainz de la Maza, guitarrista de música clásica, que procedía de la Residencia de Estudiantes de Madrid.
En aquella ocasión Unamuno polarizó una anécdota poco conocida. De la Maza interpretó piezas de Bach para un día tan señalado y la audición hizo languidecer a Unamuno. Por una vez en la vida tomó unas copas de más y se sintió traspuesto. Al no reponerse trascurrido un tiempo, los contertulios le llevaron a dar un paseo, para que el aire nocturno parisino le permitiera recuperar su aspecto austero característico. No consiguiéndolo, tomaron un café en La Selée y le acompañaron en taxi hasta su pensión de Rue La Perouse.
Esta puntual licencia que se permitió don Miguel pudo ser debida a la nostalgia de estar lejos de los suyos, o a la noticia que acababa de recibir de Salamanca. A su esposa, doña Concha, le había tocado la Lotería de Navidad, en la que jugaba cinco pesetas, y con ese dinero su familia ya podía pagar los billetes de tren para encontrase con él en París. En cualquier caso, al menos por un día, Unamuno olvidó su sentimiento trágico de la vida. Obviamente, se trataba de una sonada excepción, el borrón que hace cualquier escritor. Don Miguel era espartano, no probaba el alcohol ni fumaba. Únicamente tomaba café y caminaba mucho”.
(De mi artículo “Miguel de Unamuno y Mateo Hernández en París”)
La situación que Miguel de Unamuno vivió aquella Nochebuena en la casa del escultor bejarano, en el barrio parisino de Meudon, con otros conocidos amigos, resultaba esquizofrénica. Por una parte, afloraba la melancolía y la añoranza de España. Por otra, el Rector se sentía feliz porque le había tocado el Gordo de Navidad. El Reino de España al mismo tiempo le desterraba del país y le premiaba con un pellizco de la Lotería Nacional.
Hay quien dice que no fue la suerte, sino el empresario vasco Horacio Echevarrieta el que hizo llegar a su familia la participación premiada después de celebrarse el sorteo. Echevarrieta era un destacado liberal, lo que no le impedía tener una estrecha relación con el rey Alfonso XIII debido a las numerosas concesiones de obras públicas del Estado que recibía.
2.- EL MAGNATE HORACIO ECHEVARRIETA
“Quizás la (visita que recibió Unamuno en Cádiz, camino del destierro) más importante en ese momento fuera la de Juan Antonio Aldecoa, enviado por Horacio Echevarrieta, propietario de la industria naval Astilleros de Cádiz, donde se construyó el buque escuela Juan Sebastián Elcano. Aldecoa le tranquiliza respecto a la situación económica de su familia asegurándole que no les faltaría de nada. Echevarrieta le anuncia por telegrama que le envía 10.000 pesetas para los gastos del destierro, pero Unamuno no lo acepta alegando que eso le corresponde al Estado, porque él no está allí voluntariamente. Incluso, el Rector le hace entrega a Aldecoa de la cantidad de 2.700 pesetas previendo que lo necesitaría más adelante, un dinero que había llevado desde Salamanca, para que las guardara en depósito, recibiendo el justificante firmado, quedándose tan sólo con 150 pesetas.
Horacio Echevarrieta era un magnate y un prócer, bilbaíno como Unamuno, que participaba con su capital en todos los sectores de la industria española, como la construcción de la Gran Vía de Madrid o la de centrales hidroeléctricas en el Duero entre España y Portugal. Era propietario del diario El Liberal de Bilbao, que compró al maestro de periodistas Miguel Moya. En él había colaborado Unamuno desde 1901 hasta 1919 junto con Indalecio Prieto, quien después de ejercer varios años como director, terminó adquiriéndolo”.
(De mi artículo “El destierro de Miguel de Unamuno. De Salamanca a Cádiz”)
3.- LA MANO DE ECHEVARRIETA
El 2 de junio de 2018, Arturo Aldecoa Ruiz, nieto de Juan Antonio Aldecoa Arias, el ingeniero y director de Astilleros de Cádiz que Horacio Echevarrieta envió al Hotel Suizo para hablar con Unamuno, hizo unas reveladoras manifestaciones a Deia. Había encontrado el diario de su abuelo en el que anotó aspectos de su encuentro con Unamuno:
“Día 25 de febrero (1924). Por la mañana he estado en el Hotel Suizo (Duque de Tetuán 33, Cádiz) llamado por el Sr. Don Miguel Unamuno (que está allí de paso para su deportación a Canarias) y me ha entregado en depósito un sobre conteniendo 2.700 pesetas (dos mil setecientas), contra un recibo que poco más o menos dice: ‘He recibido de Don Miguel Unamuno en calidad de depósito la cantidad de dos mil setecientas pesetas (2.700) que están a su disposición a la vista. Cádiz 25 de febrero de 1924. Firmado’.
Este sobre lo he depositado en el fondo del departamento central (2º desde arriba) del cuerpo de la derecha del armario biblioteca, oculto por dos libros, entre estos y al fondo, detrás del Solthern (caldera suiza de agua caliente) y le he explicado el caso a Felisa (su esposa). El sobre se devolverá contra entrega del recibo mío o de otro que lo anule, firmado por Unamuno”.
Arturo Aldecoa deduce de sus notas que Unamuno rechazó la ayuda de Echevarrieta por no recibirla públicamente. Éste decidió entonces que en las siguientes Navidades a Unamuno le tocara la Lotería. Y parece que así hizo. El 22 de diciembre de 1924 localizó las administraciones donde había caído el Gordo (dos de Madrid situadas en las calles Alcalá 2 y Espartero 8). Se hizo con dos participaciones de las veinte que componían el número agraciado y, por medio del Registrador de la Propiedad de Salamanca, José María Lamana, le hizo llegar una parte a la familia Unamuno. Así lo confirma su nieto en otro artículo publicado el 21 de diciembre de 2020 en El Correo.
Muchos habrán oído hablar alguna vez de personas adineradas a quienes repetidamente les tocaba la lotería, precisamente, a los menos necesitados. Y cuando se les preguntaba por la causa de tanta suerte, contestaban que era porque jugaban mucho dinero y eso les proporcionaba más posibilidades de ganar. Pero, en realidad, lo que hacían era localizar a los afortunados y comprarles los billetes a cambio de una cantidad pactada, con lo cual ambas partes salían beneficiadas: el tenedor del billete premiado recibía algo más a mayores, y el comprador procedía a lo que hoy llamamos un “lavado de dinero”. ¿Esta intrincada versión es fiable? Puede.
4.- EL REGISTRADOR DE LA PROPIEDAD DE SALAMANCA
La otra es la señalada por Emilio Salcedo, biógrafo de Unamuno, según la cual el Registrador de la Propiedad de Salamanca, José María Lamana, fue el agraciado por la diosa Fortuna. Éste se encaprichó con el número 15.770, que no estaba en Salamanca, sino en Madrid. Lo pidió a la Casa de la Moneda, un edificio hoy inexistente que ocupaba parte de la Plaza de Colón. Unos familiares suyos que vivían cerca de aquel lugar fueron los que allí se hicieron con dos participaciones del mencionado número, de 100 pesetas cada una, que enviaron al Registrador a Salamanca. Y llegado el día 22 de diciembre, resultó agraciado con el premio Gordo.
Una vez en su poder, Lamana se quedó con una de las dos participaciones y la otra la repartió entre sus siete empleados de la oficina del Registro. Lo hizo de la siguiente manera:
20 pesetas. A Miguel Rodríguez González. Oficial primero del Registro, a punto de jubilarse. Era director músico de la banda El protectorado de Industriales Jóvenes de Calatrava.
20 pesetas. A Rafael Rodríguez Seisdedos. Hijo del anterior y también músico, Tocaba el contrabajo en la orquesta del Teatro Moderno, lo que algunos llaman el violón.
15 pesetas. A Julio Santander. Oficial segundo. Era el futuro suegro de Luis Sánchez Granjel, autor de la obra Retrato de Unamuno.
15 pesetas. A José González Marín.
10 pesetas. A Abdón Manjón.
10 pesetas. A Casto González Huebra.
10 pesetas. A Juan Crisóstomo, que dividió su pequeña parte en otras tres, de las que él se quedó con 4 pesetas, a su suegra le dio 1 y las otras 5 a la familia Unamuno, a la que correspondieron 37.500 pesetas (7.500 duros), que equivalían al sueldo de cuatro años.
El hecho de que Crisóstomo entregara la mitad de su participación a la familia Unamuno fue una muestra de agradecimiento hacia doña Concha Lizárraga, la esposa de Unamuno, que atendía a su suegra muy enferma, a la que daba de comer, porque donde comen muchos uno más no importa. Había sido un niño del Hospicio y se decía que su padre fue un canónigo de la Catedral. Se crió en una familia muy humilde y era hermano adoptivo del famoso torero Fernando El Latas. Se dio la circunstancia de que en 1929 le volvió a tocar un segundo premio y la prensa lo anunció diciendo “a este paso no tendrá más que registrar sus propias fincas y que nosotros lo veamos”.
Los periódicos se hicieron eco de la generosidad de este sencillo trabajador. El diario El Orzán señalaba: “Cuando don Miguel, fuera de la patria, evoque melancólicamente esas piedras doradas, cargadas con el doble perfume del arte y de los siglos, ha de sentir un hálito de consuelo, pensando que son los pobres y los intelectuales los que no lo han olvidado en su idolatrada ciudad de Salamanca”.
Esta versión de cómo sucedieron los hechos tiene bastante consistencia.
5.- EXTRAÑEZA EN LA PRENSA
Para los reporteros de El Adelanto de Salamanca, la jornada resultó estresante. El teléfono no funcionaba con la rapidez que el momento requería y el goteo de las noticias sobre los números premiados se retrasaba inusitadamente. La Telefónica se justificaba culpando al personal femenino por su falta de formación (de adiestramiento, decía).
Al mismo tiempo, una persona de la redacción estaba pendiente de la radio, para captar la onda de la emisora de Madrid que sufría continuas interferencias, de la sincronización y de la recogida de resultados para ir trasladándolos al tablón de anuncios que el diario tenía en una columna de la Plaza Mayor bajo el Ayuntamiento, donde el público se arremolinaba en espera de que la suerte se acordara de ellos.
Los periodistas observaban las extrañas reacciones de los agraciados y muestran su sorpresa. Cuando se desplazaron hasta el Registro de la Propiedad para entrevistarles, advirtieron: “Se limitaron a recibir la noticia con la natural estupefacción y a recibir las consiguientes enhorabuenas con una sonrisa que no les agraciaba mucho el rostro por lo que de inexpresivo tenían…”.
Cuando le preguntaron a Rafael Rodríguez que cómo habían recibido la noticia de que había ganado 30.000 pesetas y otro tanto su padre, “nos respondió con una frialdad que anonadaba”. Lo mismo ocurrió con doña Concha, que dijo que la participación premiada le había llegado “sin tener mucho interés”. Era como si todos ya supieran previamente que les iba a tocar. Nadie reflejó una natural alegría. Por su parte, cuando don Miguel recibió la noticia escribió: «Me han traido a tal estado de suspicacia que casi se me antoja una maquinación o un embuste».
6.- SE DIJO QUE EL REY ESTABA DETRÁS DE LA LOTERÍA
Melquiades Álvarez fue otro de los afectados por el régimen del general Primo de Rivera. Había sido el último presidente del Congreso de los Diputados y fundador del Partido Reformista. Fue destituido por mostrar repetidamente su antimonarquismo. Y al igual que a la familia Unamuno, también le tocó el Gordo de Navidad.
Un periodista le llamó para felicitarle por haberle correspondido otras 50.000 pesetas. Pero él contestó que no le había tocado nada, o como se dice ahora, que no le constaba. Incluso, preguntó que cual había sido el número premiado. Le dijeron que el 15.770 y respondió sin dudarlo: “Pues a mí no ha sido”. En ese momento, el periodista percibe un griterío al otro extremo el teléfono y oye: “¡Que nos ha tocado el gordo, que nos ha tocado el gordo!”. Y don Melquiades les decía: “¡Callarse, callarse!”. Por la tarde rectificó y telefoneó al periodista para manifestarle que le había tocado a su señora.
Algunos medios vieron la posible mano del Alfonso XIII para congraciarse con las personas más díscolas del régimen. Como ejemplo, El Heraldo de Zamora publicaba: “Ironías de la Suerte. Nosotros no creíamos en eso que han dado en llamar suerte, y desde ayer, la falta de fe va aumentando. La lotería toca o no toca según el capricho de los encargados de manejar los bombos. Barcelona se jugaba una enormidad de millones y se queda poco menos que boquiabierta viendo cómo los premios más importantes se han ido a poblaciones que apenas exponían unos cuantos miles de pesetas.
Pero lo verdaderamente extraño es que a las señoras de Melquiades Álvarez y de Miguel de Unamuno les haya caído el gordo. No quisiéramos comentar este hecho, pero la actualidad nos obliga. Y si el censor nos permite hemos de apoyar nuestra creencia en la trampa. ¿El gordo a dos hombres de las izquierdas antimonárquicas? ¿No ven ustedes, carísimos lectores, en este suceso un motivo patente para atraer hacia la monarquía a estos paladines republicanos. No creemos en la casualidad ni en la suerte. Eso ha sido una combinación muy bien traída del Directorio para conquistar esas dos voluntades. ‘metiéndoles de canto’ unos miles de duros en el bolsillo, ya que el Directorio sabe que no hay nada tan conservador como el dinero”.
(Foto portada. Unamuno junto a la escalera del edificio histórico de la Universidad de Salamanca. CMU)
El empresario Horacio Echevarrieta
Antigua Casa de la Moneda. Plaza de Colón. Madrid
Ilustración. Diario ‘La Voz’
Numero premiado con el Gordo. 1924
Melquiades Álvarez
Columna de la Plaza Mayor donde ‘El Adelanto’ iba anotando los premios.